HALLOWEEN PERO CON NUESTRAS "BRUJAS ANDINAS"

 

 

 HALLOWEEN

PERO CON

NUESTRAS BRUJAS ANDINAS

 

Aprovechar la celebración celta de Halloween o Noche de Brujas para reivindicar la importancia de las tenaces mujeres andinas, acusadas de brujas, torturadas y asesinadas constituye, quizás una oportunidad para convertir la imagen tenebrosa inventada  por el relato cristiano – patriarcal.

Hay que recordar que nace como celebración de la víspera del día de los muertos en el mundo cristiano, agregándose luego el matiz hollywoodense  con“diabólicos”  zombies y brujas por lo que también se denomina Noche de Brujas.

 Reapropiarse de las “brujas” andinas contribuye  a nuevos sentidos, mujeres queridas y requeridas. Luchadoras rebeldes. Brujas  que hicieron historia.  Brujas  perseguidas. Brujas denostadas.  Brujas  humilladas.  Brujas  asesinadas y quemadas vivas en las hogueras que ahora arden en tono decorativo, pero que  aún sigue quemando a través del racismo y la marginación de lo “otro”, de lo diferente, de lo que discrepa  y que viene del  pasado de resistencia y lucha frontal contra el Patriarcado en modo político, económico y social.

 

¿Porqué resistieron contra el modelo patriarcal enquistado en los invasores europeos?

 

 Resulta que esas "brujas" eran mujeres aldeanas que cultivaban costumbres comunitarias y saberes ancestrales en relación a la curación de enfermedades, al cuidado de personas y sobre todo la especialización en el arte de la maternidad, desde la gestación, partos    y todo el proceso  del  cuidado de la criatura.  Las mujeres tejían lazos fuertes a nivel comunal, y eran las articuladoras principales de ese entramado tan potente y fértil. Estaba muy familiarizadas con las propiedades de hierbas y plantas. Disponían de tierras comunales que cultivaban junto con los hombres.

Pero el Patriarcado en su máxima expresión espiritual y política representada por encomenderos, sacerdotes y corregidores no toleraron ese proceso emancipatorio de las mujeres y comenzaron  expropiando   tierras. Luego la dispusieron sólo para los hombres docilizados – produciendo división y odio en la comunidad - , seguidamente las redujeron a sirvientas de esos señores, tejedoras en los obrajes y también forzadas para acompañar a sus sometidos maridos al trabajo de la mita, que era considerado peor que la muerte.

Además de que ninguna estaba a salvo de la violación, el rapto o la muerte. 

En la región del actual Noroeste argentino la mayoría de los juicios contra las “brujas” tenían como blanco predilecto a mujeres de los sectores marginados -indígenas, negras-, las que fueron sometidas a terribles tormentos.

El rechazo en los grupos femeninos opera como cambio que  recupera roles protagónicos ancestrales. Las modalidades de resistencia cultural que ejercitan las mujeres durante este período se traducen en dos tipos de conductas: volcarse hacia las prácticas de la adivinación y curación o participar en movimientos armados rebeldes.

Una de estas estrategias puestas en práctica por las mujeres campesinas durante los siglos de la dominación hispánica, tenía como finalidad escapar del yugo colonial masculino.

En variados documentos de la inquisición limeña, Silverblatt (1990)

encuentra ejemplos de mujeres que huyen hacia las altas punas, con el fin de evitar la “contaminación” de la sociedad española –especialmente de los sacerdotes españoles– y eludir los rituales de asistir a misa, participar de la confesión católica o respetar los dogmas de fe.

Pero lo más importante - y que casi no consta en las crónicas históricas - es que la inmensa mayoría de estas aguerridas "brujas" se convirtieron en las peores enemigas del régimen colonial-patriarcal: se negaban ir misa, a bautizar a sus hijos, a colaborar con los sacerdotes o autoridades coloniales.

 

Cuenta Silvia Federici que en los Andes algunas se suicidaron y mataron a sus hijos varones para evitar que fueran esclavizados o explotados en las minas, sumado a la repugnancia provocada por el maltrato de sus parientes masculinos.  Otras organizaron sus comunidades y se convirtieron en sacerdotisas (de sus religiones antiguas), líderes (comunitarias) y guardianas de las "huacas" (sepulcros de los antiguos indígenas).

Constituyeron la columna vertebral del gran movimiento Taki Ongoy (olvidado y sepultado por el relato oficial). Lucharon escondiéndose en las zonas más altas (punas) donde podían practicar su - propia - religión antigua.


El concepto de bruja y demonio instalado por el cristianismo era desconocido en América prehispánica.

 

Hacía el siglo XVII las mujeres andinas perseguidas y arrestadas (principalmente ancianas y pobres) eran sometidas a torturas hasta que lograban la confesión sobre los crímenes que el patriarcado imputaba a las mujeres (igual a los juicios de brujería en Europa): pactos y copulación con el diablo, prescripción de remedios a base de hierbas, uso de ungüentos para masajear el cuerpo, volar por el aire y realizar amuletos de cera, comerse a los niños, etc. También les hicieron confesar que adoraban las piedras, a las montañas y los manantiales, y alimentar a las Huacas. Pero lo peor de todo, fue que confesaron haber hechizado a las autoridades o a otros hombres poderosos y haberles causado la muerte.

A pesar de la tortura, el terror y la presión para delatar nombres y ampliar la vigilancia y persecución, uno de los objetivos de la caza de brujas fue el aislamiento del resto de la comunidad, lo cual no pudieron lograr. 

 

A las brujas andinas no pudieron transformarlas en parias. Por el contrario, seguían siendo muy solicitadas como "comadres" y su presencia era requerida en reuniones aldeanas, tanto para ejercer la curación como para practicar la antigua religión, censurada y llevada a la clandestinidad a pesar de su práctica colectiva.

Todas estas queridas y necesarias  "brujas", sobre todo las sacerdotisas y líderes comunitarias  resultaron  fundamentales en la defensa de sus comunidades y culturas.

Antonio García de León cuenta que ellas dirigieron y guiaron todas las grandes revueltas anticoloniales.

No es una coincidencia que la mayoría (28 de 32) de los condenados en Huarochiri (hoy Perú) fueran mujeres.

Fueron las “brujas andinas” quienes más tenazmente defendieron el antiguo modo de existencia y se opusieron a las nuevas estructuras patriarcales de poder colonial español.

Por  todo eso,  si volviera la Edad Media estaría del lado de las .

 

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