LA DEUDA: La nueva causa de los desposeídos


 

Los cuerpos que no pueden ser puestos a producir, se les extrae a través de las distintas maneras de explotación:

La deuda es una de ellas y la más importante hoy.

Contraer deuda hoy en día es sentirse incluido. La deuda constituye la nueva subjetividad del mundo moderno.

El salario es un tobogán, un arrastre hacia formas de dependencia más sólidas como la deuda permanente.  Ya no es el dinero en sí mismo lo que constituye el salario, sino la capacidad que otorga para tomar deuda. 

Por lo tanto, aquellos cuerpos asalariados que no pueden ser expuestos a producir directamente   - jubilados, beneficiarios sociales, pensionados e incluso activos, discapacitados -  se extrae otro tipo de materia prima: deuda eterna.  

A cambio de la angustia de soportar la deuda permanente, el pragmático orden financiero,    ofrece alegrías compensatorias o indirectas como por ejemplo la  “capacidad de poder” tomar deuda. Hoy ningún asalariado escapa a esa tentación porque nadie puede gastar lo que el salario permite, puesto que existe una flexibilización para tal fin: tomar deuda excediendo los estrechos márgenes del salario, por medio de tarjetas de crédito, compras online, etc.

Todo el engranaje del mercado está muy atento y expectante a las potenciales decisiones de consumo de los “usuarios” ( vigilados en forma continua) por los múltiples dispositivos tecnológicos que hoy constituyen una importante extensión del cuerpo humano.

La  oportunidad del salario es la posibilidad de gastar por afuera de tus ingresos.

 El tránsito hacia la deuda abre las puertas de “mundos paradisiacos” pero una vez dentro se transforma en un camino tedioso y no queda mas remedio que  aliviarlo con justificaciones compensatorias del tipo: “ y bueno, los gustos hay que dárselos en vida” o “ para eso trabajo”,  “sino para qué me esfuerzo?.  Pero resulta que el objeto o el servicio adquirido se agota rápidamente y siempre queda la deuda, siempre está con nosotros la deuda.  

Sueño fugaz, deuda eterna

Dice Mauricio Lazzarato: “La relación entre acreedor y deudor, que estará en el centro de nuestra discusión, refuerza los mecanismos de explotación y dominación de manera transversal porque no hace distinción alguna entre trabajadores y desempleados, consumidores y productores, activos e inactivos, jubilados y beneficiarios del salario mínimo. Todos son “deudores”, culpables y responsables frente al capital, que aparece como el Gran Acreedor, el Acreedor Universal. Una de las grandes apuestas políticas del neoliberalismo continúa siendo, como lo revela sin ambigüedad la “crisis” actual, la de la propiedad, puesto que la relación acreedor-deudor expresa una relación de fuerzas entre propietarios (del capital) y no propietarios (del capital).

La inmensa mayoría en occidente están triplemente desposeídos por la economía de la deuda:

·         Desposeídos de un poder político ya débil, concedido por la democracia representativa

·         Desposeídos de una parte creciente de la riqueza que las luchas pasadas arrancaron a la acumulación capitalista y

·         Desposeídos  sobre todo, del futuro, es decir del tiempo, como decisión, como elección y como posibilidad.

Las realizaciones subjetivas que el neoliberalismo había prometido (todos accionistas, todos propietarios, todos empresarios o ahora emprendedores) nos precipitan hacia la condición existencial de ese hombre endeudado, responsable y culpable de su propia suerte. 

Entonces, si a los cuerpos no se los puede hacer producir, pues se les extrae por medio de las diferentes maneras de explotación.

Hoy la deuda es una de ellas, y las más importante.

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