INFANTILIZAR EL MUNDO
INFANTILIZAR EL MUNDO.
DEVENIR NIÑO MEDIANTE LA ESCRITURA
Dice Deleuze “que la unidad de la lengua es política, porque nunca ha existido una lengua madre, sino toma del poder de una lengua dominante”. Podemos citar como ejemplo el proceso de la Conquista española en suelo americano. Experimentamos hoy que la lengua dominante se impuso: hablamos y escribimos español.
Pero más allá del uso cotidiano, la estructura gramatical del lenguaje dominante no permite el desplazamiento de literatura menor. Menor en el sentido de una “literatura que una minoría hace dentro de una lengua mayor”. De esa forma se minusvalora la literatura de comunidades originarias, de diversos pueblos en todo el territorio.
Para abrir caminos hacia cambios políticos radicales esas literaturas menores deben afectar a la lengua mayor, “desterritorializando” la lengua dominante para “reterritorializar” en devenires de literatura menor produciendo nuevos conceptos, nuevos significantes contrapuestos a la lógica de sentido, otros signos diversos, “raros”, imperceptibles.
Nuevas jergas que rompan la estructura rígida.
“Articulando lo individual a lo político, agenciando colectivos de enunciación. Lo que equivale a decir que “menor” no califica ya a ciertas literaturas, sino las condiciones revolucionarias de cualquier literatura en el seno de la llamada mayor (o establecida). (Deleuze y Guattari, 1978, 3.
Deleuze y Guattari instan a: “conquistar el lenguaje en las literaturas menores, ya sea mediante un vocabulario empobrecido, la sintaxis incorrecta u otro rasgo de pobreza en la lengua. El uso minoritario pertenece al registro del dialecto exteriorizado de la lengua oficialista del Estado”.
Proponen estrategias literarias determinadas para intervenir la lengua oficial: servirse del “polilingüismo en nuestra propia lengua”. con literatura menor o intensiva.
De acuerdo a estas características, lo “menor” es condición revolucionaria de cualquier literatura vigente (literatura mayor). El ejercicio de una lengua mayor en una menor es condición de posibilidad de cualquier literatura marginal, aunque para Deleuze-Guattari lo marginal se incorpora a lo menor.
En este sentido, la literatura mayor no condiciona las líneas de fuga de una literatura menor: “Incluso aquel que ha tenido la desgracia de nacer en un país de literatura mayor debe escribir en su lengua como un judío checo escribe en alemán o como un uzbekista no escribe en ruso. Escribir como un perro que escarba su hoyo, una rata que hace su madriguera. Para eso: encontrar su propio punto de subdesarrollo, su propia jerga, su propio tercer mundo, su propio desierto”. (Gilles Deleuze, Feliz Guattari. Kafka, por una literatura menor (México: Era), 31.
En esta línea de fuga pueden crecer ramificaciones rizomáticas de nuevas relaciones de poder más equidistantes. Con significantes abiertos y devenires menores.
“Devenir niño mediante la escritura, ir hacia una infancia del mundo, restaurar una infancia del mundo, ésa es una tarea, son las tareas de la literatura”. (Deleuze)
Las narrativas infantiles, y los cuentos que los niños inventan, poseen esa fuerza, esa capacidad de desplegar la imaginación sin buscar justificaciones, desobedeciendo lúdicamente las reglas gramaticales. Los niños se dirigen hacia el absurdo, con tal de sentir el júbilo de saberse inventores.
Ir hacia una infancia del mundo es iniciar el camino que trastoque las reglas establecidas.
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