DESEAR UN MUNDO MAS JUSTO ES PRACTICAR DEMOCRACIA.

 

“…la Junta que ustedes presiden no es el fiel de la balanza entre «violencias de distintos signos» ni el árbitro justo entre «dos terrorismos», sino la fuente misma del terror que ha perdido el rumbo y sólo puede balbucear el discurso de la muerte.

En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.

… sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles”.

Rodolfo Walsh. – C.I. 2845022

Buenos Aires, 24 de marzo de 1977.

“Nuestros desaparecidos desearon un mundo más justo, la alegría de ellos era la alegría de los otros. Los genocidas del terrorismo de Estado intentaron, entre otras cosas, hacer desaparecer la vida y también ese deseo”.

Nora Merlin.(2017)

Democracia  es practicar cada día ese sublime deseo.

El pasado solamente  es presente  a través de la producción del recuerdo y  su interpretación subjetiva.  Si ese pasado ha sido una experiencia  traumática esos recuerdos aparecen intensamente cargados y no se deterioran con el tiempo, al contrario se “profundizan con eficacia patógena”. Ese recuerdo se configura como memoria.   

                Dice Nora Merlin: “La memoria es una operación que implica la puesta en acto presente del recuerdo, el cual permite recortar un pasado, que se funda cada vez y apunta al porvenir”.  En este caso el “proceso” militar fue una experiencia literalmente de terror, que tuvo calor traumático en la historia del país.  La cultura argentina respondió con la consigna “recordar para no repetir” y como acción política  que devino luego en memoria colectiva.

                Argentina no escapó del diseño geopolítico preparado para la región por la CIA: la instalación de gobiernos de fuerza dispuestos a:  desmantelar el aparato productivo y el incipiente desarrollo industrial y también producir la desarticulación del movimiento obrero organizado como así también exterminar cualquier foco de oposición política al proyecto internacional. En Argentina las fuerzas reaccionarias aprovecharon ese contexto para llevar a cabo  la segunda etapa del Proceso de Organización Nacional ideado por Mitre-Sarmiento-Avellaneda que impusieron un modelo político - económico sostenido en la apropiación de la tierras a los pueblos originarios con el mayor genocidio que registra nuestra historia. La dictadura cívico-militar-eclesial  también implementó  métodos represivos  para imponer un modelo político-económico  neoliberal apoyado en un nuevo  genocidio atroz.

Toda esa experiencia  construye  memoria colectiva  en una tensa trama tejida con los muertos y desaparecidos principalmente,  como punto central del terrorismo de Estado.

Memoria colectiva como resultado del dolor individual que se contagia y deviene público.

 Saber la verdad es un derecho constitutivo de la identidad subjetiva. La  restitución y la justicia forman parte del ideario popular. En ese espacio todavía anida la potencia de la democracia.  

“Nuestros desaparecidos desearon un mundo más justo, la alegría de ellos era la alegría de los otros. Los genocidas del terrorismo de Estado intentaron, entre otras cosas, hacer desaparecer la vida y también ese deseo”.

Democracia  es practicar cada día ese sublime deseo.

Pajarus libertus

 

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