LA GUERRA COMO POLITICA LA POLITICA COMO GUERRA

 LA GUERRA COMO POLITICA

LA POLITICA COMO GUERRA

“La guerra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de las relaciones políticas, una gestión de las mismas por otros medios”.

Carl von Clausewitz (1832)

Desde Heráclito hasta von Clausewitz o Kissinger, "la guerra es el
origen de todo", si por todo se entiende el orden o el sistema que el dominador del mundo controla por el poder y los ejércitos. Estamos en guerra. Guerra fría para los que la hacen; guerra caliente para los que la sufren. Coexistencia pacífica para los que fabrican las armas; existencia sangrienta para quienes son obligados a comprarlas y usarlas.

Enrique Dussel(1977)

Invirtiendo la conclusión de Von Calusewitz, parafraseando a Foucault, decimos que las relaciones políticas y el orden establecido de la democracia es el resultado de las relaciones de dominación obtenidas en la guerra. Aparece luego la política para consolidar las relaciones de poder: dominador, dominado y cristalizar las desigualdades funcionales al sistema.   

Casi siempre  nos sorprendemos cuando estalla una guerra. Pero la guerra es el origen de las relaciones de poder, “es el origen de todo” (Dussel).

Pero la guerra no se termina con una batalla. La guerra permanente subyace en la vida cotidiana, en las relaciones humanas y políticas  a través de su instrumento privilegiado: la violencia  reproduciendo institucionalmente tácticas y estrategias para seguir con las formas de dominación.

Somos funcionales al estado de guerra permanente, asumiendo rígidamente  roles asignados, movimientos preestablecidos;  funciones y objetivos a cumplir: “con una misión en la vida”.

¿Qué pieza representamos en el juego de la guerra? ¿ peón, alfil, caballo o torre?.   

Nos desplazamos en ese combate dentro de un espacio-tiempo  ordenado jerárquicamente;  en  estratos sociales  pre-adjudicados;  dentro de estructuras morales - legales rígidas y universales: incluimos el derecho dentro de estas estrategias porque es necesario para el desarrollo y mantenimiento de un sistema de normas con carácter impositivo que permita, en una legalidad triunfante sostener las diferencias, las desigualdades y las exclusiones dentro de un orden de legitimidad;  en un tipo de organización binaria con categorías para poder controlar, administrar y determinar  su funcionamiento: Ej: hombre/mujer; blanco/negro; adulto/niño; rico/pobre; centro/periferia, etc, etc.

¿se puede  transitar  en un espacio liso sin bordes  ni cuadrículas?

En la guerra permanente de nuestras vidas, nuestra subjetividad es funcional.

La violencia es la regla que normaliza y que disciplina todo.

Todo sucede y toma consistencia en el acontecer de nuestro entorno.

  Ese tipo de subjetividad  que ahora nos posee está llamada a realizar  actos performativos  con violencia  en función de intereses que pocas veces son inmanentes sino trascendentes: leemos, comemos, adquirimos habilidades sociales y nos relacionamos para cumplir el deseo ya programado de antemano en el molde que habilita programas, leyes y costumbres.


Todo se naturaliza:   racismo,  sexismo,  clasismo, etc, etc.


 La violencia. Es un instrumento de poder para coercionar un deseo personal o corporativo  de múltiples formas: desde el ejercicio de una fuerza concreta  sobre un cuerpo hasta la utilización de cualquier recurso para convencer, presionar  o poseer: medio de comunicación, discursos políticos,  sacerdotes/pastores o funcionarios del Estado.


  La violencia anida en la relación de dominación que se despliega en multiplicidad de situaciones, es imposible asignarle una sola causa, sino que es producto de una gran interseccionalidad. Se construye sobre la matriz de las estructuras y relaciones prediseñadas. 


 Al pretender mantener esas  relaciones de dominación sobre los cuerpos vulnerados: mujeres, pobres, minorías étnicas, niños, etc;   al defender ciertas  tradiciones sostenidas en la costumbre, no se hace otra cosa que justificar las asimetrías en las relaciones. De esa manera el colonialismo se reconfigura  detrás de esos  deseos añorados. 


Suponemos que aquellas tradiciones que se han mantenido en el tiempo pueden haber sido funcionales al orden colonial y capitalista. Las  tradiciones resistentes, alternativas al colonialismo  y la hegemonía capitalista,  desaparecieron.  


Y así tenemos entre nosotros la guerra. Ahora Rusia-Ucrania. Antes muchas otras. Luego…quien sabe.


“El enfrentamiento entre Estados Unidos y Rusia, que es el trasfondo de esta guerra, no es entre democracia y autocracia, sino entre oligarquías económicas que se parecen en muchos aspectos, especialmente en el hecho de que son oligarquías rentistas.


Las guerras entre las potencias nunca se desarrollan sin la prolongación de las guerras de clase, las guerras de raza y las guerras contra las mujeres que cada Estado libra por su cuenta”.


La guerra en Ucrania // Mauricio Lazzarato



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