NO SE NACE MUJER. POR UN FEMINISMO PLURAL.

 



 

“NO SE NACE MUJER

LA HISTORIA LA CONSTRUYE Y DETERMINA”

Simone de Beauvoir

 

Su frase evoca la diferencia entre las palabras ‘femenino’ y ‘mujer’: “se nace biológicamente femenino y luego es convertida en mujer”.

Monique Wittig

            Simone de Beauvoir dice que “la mujer” es un mito,  una categoría construida socialmente para marcar la división  y la diferencia dominador – dominado. 

            Al mencionar la historia, se repasa la lucha de los polos opuestos, la invención de un polo dominador y otro dominado: la historia de unos vencedores sobre otros vencidos. En la historia los vencedores construyeron ambas categorías: hombre/mujer  con rasgos determinados y asimétricos.

            Es importante diferenciar por un lado:  el mito de “la mujer”. Por el otro: la problemática política de “las mujeres”. Cuerpos singulares, cada uno con una situación individuante, particular,  que constituyen a la vez un colectivo de singularidades. Hay una marcada diferencia cuando desde el discurso se evoca a “la mujer” como un significante vacío,  un discurso universalista y  unívoco que hace referencia al mito romántico, extrapolado  de los cuerpos políticos.

La universalización  encorseta todas las singularidades debajo del paraguas moralizante  de la generalidad. Para Judith Butler – en este modelo -  no hay ningún sujeto que preceda a la normativa que lo habilita como tal porque ésta es previa al sujeto y al yo que existe sólo como efecto del poder y de la interpelación de las normas que lo inscriben en un mundo que lo excede y lo precede. Siguiendo la línea de esta reflexión, la categoría identitaria definida como “mujer” es incluida. En consecuencia una serie de estereotipos son impuestos a quienes experimentan formas de vivir la feminidad y que han sido históricamente catalogadas como ilegítimas. 

En relación a quienes han sido asignadas como mujer al nacer, resulta necesario dar cuenta de los procesos rituales y cada vez más tecnificados mediante los cuales esos cuerpos se ven compelidos a reafirmar su naturaleza femenina: por ejemplo a través distintos tipos de terapias cosméticas y quirúrgicas.

“Todo el pensamiento occidental se sostiene en la diferencia sexual. Se ha ordenado en torno al hombre racional, blanco, heterosexual y europeo. Esto es represivo en varios niveles: en lo sociopolítico, lo individual y lo subindividual. Constituye inequidades, asimetrías y desigualdades en todos los campos de acción”. (Deleuze).

 

La desigualdad es producto de todo un proceso de división y clasificación de los cuerpos a fin de un control y explotación más efectiva. Luego se extiende a todas las ramas de actividad productiva y reproductiva.

 Uno de  los aspectos donde se manifiesta explícitamente la opresión en los modos de pensar y hacer  es en la  desigualdad de las mujeres, producto de  desigualdad entre los sexos   y que luego deriva la desigualdad entre los géneros.

Este proceso explica claramente cómo se plantea la desigualdad en todos los estratos y actividades del campo social, político y cultural.

La desigualdad entre hombres y mujeres muestra claramente  el objetivo de fondo de todo un modelo de producción extractivo-capitalista  en sus diversas modalidades. Extraer del cuerpo dominado fuerza vital para usufructo y placer exclusivo del dominador.

El control más efectivo. El lucro más ostensible.

Tanto la discriminación como la desigualdad emergen a partir de la existencia de una clase dominadora que explota y esclaviza. Esa existencia desigual se nutre con otro elemento: la división de clases que otorga entidad a una como a la otra. Constituye una relación binaria  que establece vínculos estables y legitimados por un orden determinado.

Esa problemática produce resonancia en todos los estratos. El principal es el  marco de la división sexual y de género. Tal como lo plantea Paul Beatriz Preciado: se torna necesario abolir las categorías creadas: hombre/mujer; masculino/femenino”.

Ahora bien. Si la histórica lucha de clases tiene como objetivo igualar una a la otra,  siempre existirá una puja, una tensión que determinará la imposición de una clase sobre la otra en términos generales, o en algún elemento particular.

Pero, en cambio,  si esa lucha se invierte y apunta a  eliminar conceptualmente la existencia de ambas clases, de ambos polos en disputa; si consiste en romper el binarismo que enfrenta a los dos sectores  entonces la mirada y  la experiencia cambia radicalmente. Todo pasa a reconfigurarse como un conjunto de diferencias que conformen otros modos de existencia.

La comprensión de que la condición binaria fracciona y debilita constituye un punto importante de combate. Estamos segmentarizados binariamente, según grandes oposiciones duales: las clases sociales pero también los hombres y las mujeres, los adultos y los niños. [...] Toda sociedad, pero también todo individuo, están, pues atravesados por las dos segmentaridades a la vez; una molar y una molecular. Si se distinguen es porque no tienen los mismos términos, ni las mismas relaciones, ni la misma naturaleza, ni el mismo tipo de multiplicidad” (Deleuze y Guattari, 2008; 214-218).

Como plantea Angela Davis: “Sabemos que un Feminismo que no se centra exclusivamente en el género, sino que reconoce interconexiones, interrrelaciones e interseccionalidades en la forma de organización, es el gran camino hacia un futuro emancipatorio. El feminismo que el mundo necesita es un feminismo que se levanta para desafiar al racismo, un feminismo que proclama que las vidas de las negras y los negros sí importan, que las vidas de los pueblos originarios importan, que la vida de las, los y les trabajadores importan. Un feminismo que desafía al capitalismo global, el capitalismo racial”  

Un feminismo plural que abarque a todas, todos, todes

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

ARDE LA DEMOCRACIA EN AMERICA LATINA

MENDOZA EN EL MUNDO

NADA QUE CELEBRAR