LEER ES REESCRIBIR LA HISTORIA



LEER ES REESCRIBIR LA HISTORIA


Leer es resistir a la construcción de una subjetividad amnésica y manipulable por la sociedad del espectáculo:  SUBJETIVIDAD ESPECTADORA


Leer críticamente constituye  un ejercicio de reapropiación de lo leído, pasa por todo el cuerpo,  la propia biografía, la propia experiencia, la propia vida.  


La subjetividad espectadora sólo adhiere a un monólogo cerrado, que nunca pide respuesta. No necesita diálogo.  Sólo es mera información. Letra muerta. Mirada muerta. Representación independizada.  Su principal relación con el mundo se sostiene en la imagen elegida por otrxs. Esas imágenes arrastran todo, aíslan lo que muestra del pasado, de las intenciones de las consecuencias. No hay historicidad. La subjetividad espectadora, como producto de la cultura del espectáculo destruye la capacidad de discernir lo importante de lo irrelevante; lo que enuncia, implica o impide.


Es preciso entender que el espectáculo no se identifica con el simple mirar, escuchar, atender. Es una dinámica que escapa a la actividad de las personas, a la consideración y corrección de sus obras. Por lo tanto es lo opuesto al diálogo.


Hoy en día el espectáculo representa un arma poderosa del poder establecido que fogonea mediáticamente sin establecer vínculos ni memoria, por lo cual se proyecta ante una población espectadora atomizada. Manipula mediante la amnesia.


La subjetividad lectora es un modo de estar, una forma de vida. Leer críticamente es revertir el monólogo permanente, unilateral y fetichizado de la sociedad espectacular.  Leer es continuar la guerra por otros medios. La lectura como valor de uso frente a la idea hegemónica del valor de cambio. Guy Debord lee y escribe contra la religión de la lengua, el academicismo y su monopolio de la palabra. 


Leer críticamente es fragmentar el texto, transgredir su unidad supuesta, imaginar y anotar de inmediato usos posibles de tal o cual cita, de tal o cual pasaje.  Es un modo de intervenir en el “texto del mundo”. También es sacar los signos del letargo y devolverlos a su fluidez, energía y movilidad. Todo siempre en proceso.  


El lector crítico se opone al espectador. Porque quien especta es incapaz de comprensión crítica (Savater), se le puede decir cualquier cosa sobre cualquier tema, puede ser un tema abstraído del entorno, del pasado, de las intenciones y las consecuencias. Quien especta ha perdido la capacidad de un juicio independiente, basado siempre en una experiencia personal y en la capacidad de razonar.


Para Guy Debord la lectura es un tipo de conversación y  lógica dialéctica que se ha formado socialmente en el diálogo. Dice: “Aprendemos a razonar en común. Sólo hay un yo que piensa si hay un tú que responde. Esa respuesta mantiene el pensamiento en marcha, muestra las sombras, lo aún no pensado. La desaparición de los espacios de diálogo es el mayor factor de nuevas irracionalidades”.   


 Si la subjetividad que resiste a la producción industrial y espectacular del ser humano es la subjetividad lectora, ¿qué mejor máquina de guerra que una editorial?


Editar con sentido crítico donde sea: en las redes, en la imprenta, en una editorial formal, es construir máquinas de guerra estratégicamente. Estrategia -  dice Clausewitz -  “es el dominio del pensamiento concreto, vinculado a una práctica, un espacio y un tiempo concretos. Lo contrario del discurso universitario”.


Guy Debord piensa que editar es publicarse a sí mismo, es compartir un espacio de biblioteca, una serie de citas, una serie de referencias, un conjunto de prácticas de lectura – escritura.  Historizando y desmintiendo el “presente perpetuo” de la sociedad del espectáculo.


Editar es la actividad permanente, desbordando el tiempo instantáneo e interpelando a todas las épocas.


La lectura es un  ejercicio de resistencia. En una sociedad anestesiada, leer críticamente es revolucionario.


Leer es reescribir la historia.  


 


 


 


  


 


 


 




 

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