Régimen de la información

 

Llamamos “régimen de la información” a la forma de dominio en la que la información y su procesamiento mediante algoritmos e inteligencia artificial determinan de modo decisivo los procesos sociales, económicos, y políticos.

Byung Chul Han

Ese régimen de la información es el capitalismo de la información que se basa en la comunicación y creación de redes. La subjetividad producida  no es dócil ni obediente. Más bien se cree libre, auténtica y creativa. Se produce y se autorealiza. Ignora que está sujeta a vigilancia continua.  La vigilancia en el régimen de la información tiene lugar a través de los datos. Su interés ya no está en el cuerpo, como en el anterior régimen biopolítico disciplinario, sino que ahora se apodera de la psique mediante la psicopolítica. Es decir que en esta nueva sociedad de la información, los medios de reclusión del régimen de la disciplina se disuelven en redes abiertas.  La visibilidad se establece  a través  de la creación de redes. Por eso la tecnología de la información digital hace de la comunicación un medio de vigilancia. Cuantos más datos generemos, más eficaz será la vigilancia.

El ejemplo del teléfono móvil como instrumento de vigilancia y sometimiento explota la libertad y la comunicación. Además las personas no se sienten vigiladas, sino libres. Es paradójico, pues es precisamente esa sensación de libertad la que asegura la dominación. La dominación se consuma en el momento en que la libertad y la vigilancia se aúnan.

El régimen de la información se desenvuelve sin ningún tipo de restricción disciplinaria. No se obliga a la gente a tener visibilidad panóptica. Se exponen sin ninguna coacción externa. Las personas se esfuerzan por alcanzar la visibilidad por sí mismas. Se colocan de manera voluntaria ante la cámara, incluso desean hacerlo. Se va construyendo una sociedad transparente en el sentido de que la  información circule con libertad. No son las personas realmente libres sino la información.  La paradoja es que las personas están atrapadas en la información. Ellas mismas se aprisionan  al comunicar y producir información. La prisión digital es transparente. Pero la contraparte de la transparencia es la entrega al poder cada vez mayor de la caja negra algorítmica. El dominio se oculta fusionándose por completo con la vida cotidiana: comodidad de los motores de búsqueda, asistentes de voz o el servicio de las apps.

Como mencionamos, siguiendo a Han, este régimen de la información es dirigido por el capitalismo de la información, el cual se apropia de técnicas de poder neoliberales. Se instrumenta mediante incentivos positivos: explotan la libertad, en lugar suprimirla. Controlan la voluntad en el plano inconsciente, en lugar de quebrarla violentamente. Es un poder inteligente que no da órdenes, sino que susurra, no manda sino que señala. Controla el comportamiento con medios sutiles.  En la era del neoliberalismo más profundo la dominación se presenta como libertad, comunicación y comunidad.

Por ejemplo, los influencers de You Tube e Instagram también han interiorizado las técnicas de poder neoliberal. Influencers de viajes, de belleza, o de fitness invocan sin cesar la libertad, la creatividad y la autenticidad. Son venerados como modelos a seguir. Incluso dotan a su imagen una dimensión cuasi religiosa. Los influencers como inductores o motivadores, se muestran como salvadores. Los seguidores, como discípulos, participan de sus vidas al comprar los productos que los influencers dicen consumir en su vida cotidiana escenificada. Hacen que los productos de consumo parezcan utensilios de autorrealización.

Nos creemos libres, mientras nuestras vidas están sometidas a toda una protocolización para el control de la conducta psicopolítica. En el régimen neoliberal de la información, no es la conciencia de la vigilancia permanente, sino la libertad sentida, lo que asegura el funcionamiento del poder.  

En el régimen de la información, ser libre no significa actuar, sino hacer click, dar al like y postear.

Pero es importante resaltar que el dataísmo refleja rasgos de un régimen  totalitario. Requiere calcular todo lo que es y será. Los relatos dejan paso a los recuentos algorítmicos. El régimen de la información sustituye por completo lo narrativo por la estadística  numérica.  No  imagina otra realidad detrás de lo dado, detrás de los datos, porque es un totalitarismo sin ideología.

El totalitarismo clásico forma una masa obediente que se somete a un líder. La ideología anima a las masas. Les insufla un alma. En el régimen totalitario del capitalismo de la información,  aísla a las personas, aunque se reúnan no forman una masa porque no siguen a un líder, sino a sus influencers.  Por analogía con el inconsciente “óptico” que ideaba Walter Benjamin, surge el inconsciente digital, planteado por Han,  que influye en nuestro comportamiento por debajo del umbral de la conciencia. Se apodera de esas capas prerreflexivas, instintivas y emotivas del comportamiento, que siempre van por delante de las acciones conscientes.

Los medios digitales hacen posible el dominio de la información.  Lo decisivo para obtener el poder es ahora la posesión de la información. No es la propaganda de los medios de masas, sino la información, la que asegura el dominio.


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