LA SIMULACIÓN DE LA DEMOCRACIA

 




"El Telón de la Democracia: Actuando la Ilusión Representativa"

«Militar es obrar. Las palabras nos interesan un bledo: lo que se requiere son actos»
Guattari (1970).

Hacer filosofía política y enfrentar a todas las formas de poder es, en realidad, una y la misma contienda, ya que en la esencia de esta afirmación, la teoría no se limita a plasmar, a traducir o a implementar prácticas, sino que se convierte en una práctica en sí misma, una práctica de lucha contra el poder. Se trata de una lucha destinada a arrancarlo de su escondite, golpeándolo donde se oculta de manera más sigilosa y siniestra.
 

Sin embargo, esta práctica de lucha no se no se ejerce «en nombre de», ni «en el lugar de», ni «en representación de» (posiciones de trascendencia), sino «al lado de» y «junto con» aquellxs que luchan y resisten (posición de inmanencia). Más bien, se alinea con aquellos que están en medio de la lucha y la resistencia, compartiendo un espacio de inmanencia. En este enfoque, la "representación" se revela como una artimaña que engendra y multiplica nuevos amos, perpetuando el ciclo vicioso del dominio.
Contrariamente a esta noción, el concepto de "grupo-sujeto" o el sujeto colectivo, incluso el sujeto grupal, no busca su personificación en un individuo designado para llevar a cabo una representación que le otorgue la capacidad de hablar en nombre del grupo. La verdadera lucha no se asocia con la idea de representación, sino con la acción colectiva y la inmanencia, rechazando la idea de un intermediario que habla por otros y prefiere colocarse junto a aquellos que genuinamente luchan y resisten.
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Hay que enfatizar la estrecha relación entre hacer filosofía o sea pensar críticamente y luchar contra el poder, considerándolas como una sola acción. Pensar no se limita a ser una actividad teórica abstracta o una disciplina aislada, sino que está intrínsecamente vinculada a la lucha contra las estructuras de poder opresivas. La filosofía política se convierte en una práctica de lucha contra el poder, y su objetivo es hacer visible y golpear al poder en sus formas más invisibles y sutiles.
La teoría filosófica simplemente "expresa" o "traduce" una práctica existente, o que se "aplica" a una realidad preestablecida. Se entiende que la filosofía es en sí misma una práctica de lucha contra el poder. No se trata de una actividad separada de la realidad social y política, sino que está inmersa en ella y se involucra activamente en la resistencia y la lucha contra el poder opresivo.
Esta práctica de lucha no se realiza desde una posición de trascendencia, es decir, no se ejerce "en nombre de" alguien o algo que esté por encima de la realidad concreta. Tampoco se trata de representar a un grupo desde una posición distante y ajena a su experiencia. En cambio, la lucha contra el poder se lleva a cabo "al lado de" y "junto con" aquellos que están luchando y resistiendo directamente contra las formas de dominación.
El "grupo-sujeto" o "sujeto colectivo", no se encarna en un individuo específico que actúa como portador de una representación. No se trata de una figura que habla "en nombre del" grupo y, por lo tanto, asume una posición de autoridad o jerarquía. Es una entidad colectiva en la que la subjetividad y la lucha contra el poder emergen de la interacción y la solidaridad entre las personas que lo componen. Es una forma de subjetividad que se construye en la inmanencia, es decir, inmersa en las relaciones y las prácticas sociales, en lugar de ser impuesta desde fuera como una forma de representación trascendente.
Preguntas políticas: ¿acaso el papel de lxs pensadorxs, o sea, de cualquiera que sienta la necesidad de ejercer las potencias del pensamiento en contra de los poderes, es un papel representativo, de dirigismo, de mediación,
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consistente en dar “lecciones” al resto, emitir opiniones, decir a lxs demás «qué hacer» (o peor, a quién votar)? ¿Y qué es esto sino precisamente separar la práctica teórica de la práctica política, separar a una potencia respecto de lo que ella puede?
Partimos de rechazar la tendencia profética de dictar instrucciones a la gente sobre lo que deben hacer o discernir categóricamente entre lo correcto y lo incorrecto. En lugar de ello, debemos abrazar una postura de análisis y descripción para delinear las posibles vías de ataque contra las realidades existentes. No se trata de imponer a nadie emprender tal o cual lucha. Se trata de crear una base de conocimiento que pueda ser utilizada, una fuente de la que todxs puedan extraer libremente formas innovadoras bajo organizaciones flexibles. La acción política es un campo de intervención directa que se diferencia de la escritura y la teoría abstracta. La política es praxis y participación activa en grupos y compromisos concretos. Tal como lo plantea Michel Foucault entre 1978 y 1981 al alejarse de cualquier tipo de papel de árbitro, juez o testigo universal en cuestiones políticas:
Me niego a tomar una posición profética que consista en decir a la gente: “Esto es lo que tienen que hacer”, e incluso, “Esto está bien, aquello no”. Les digo: “Así es como, grosso modo, me parece que suceden las cosas” (pero las describo de tal manera que queden trazadas las vías de ataque posibles). Con ello, sin embargo, no fuerzo ni obligo a nadie a atacar. [...] Querría producir efectos de verdad que sean tales que puedan utilizarse para una batalla posible, conducida por quienes lo deseen, en formas por inventar y organizaciones por definir. [...] La intervención del intelectual como quien da “lecciones” u “opiniones” con respecto a decisiones políticas es un papel al que confieso no adherir; no me sienta. Si uno dijera: “Soy un intelectual y voto por el señor Fulano, y en consecuencia, es preciso que ustedes también voten por él”, daría muestras de una actitud que es a mi juicio bastante sorprendente, una especie de jactancia del intelectual. [...]
La acción política pertenece a un tipo de intervención totalmente diferente de esas intervenciones escritas y librescas: es un problema de grupos, de compromiso personal y físico. [...] Uno no es radical par haber pronunciado
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algunas fórmulas: no, el radicalismo es físico, el radicalismo concierne a la existencia [a la praxis]. […]
Pero esta posición de árbitro, de juez, de testigo universal, es un papel que rechazo absolutamente, pues me parece ligado a la institución universitaria de la filosofía.1
En cuanto a la participación y el diálogo, aparece un factor crucial que va más allá de simplemente otorgar oportunidades de expresión que casi siempre resulta en un gesto superficial o incluso en una formalidad insustancial porque nada produce o cambia. Sin embargo, el verdadero desafío radica en establecer las bases que permitan un ejercicio completo e intenso de la enunciación. Forma de expresión/acción que trascienda los límites convencionales, llegando incluso a extremos de intensidad. En este contexto, la mera concesión de voz se transforma en una búsqueda de condiciones que fomenten la enunciación en su máxima expresión. Así lo describe Felix Guattari:
“No basta con “dar la palabra” a los sujetos afectados (lo que a veces resulta ser un gesto formal e incluso un poco jesuítico), sino que es necesario crear las condiciones que posibiliten un ejercicio absoluto, si no paroxístico, de la enunciación. […]
Guattari se refiere a la importancia de no limitarse simplemente a permitir que las personas expresen sus pensamientos o palabras de manera trivial, sino a crear un entorno en el que puedan ejercer plenamente su capacidad de enunciación, es decir, de comunicar sus pensamientos y emociones de manera auténtica y significativa.
Cuando menciona "dar la palabra" a los sujetos afectados, se refiere a darles la oportunidad de expresarse o hablar, pero advierte que esto puede convertirse en un gesto formal, superficial o incluso hipócrita, como si se
1 En la misma época (1976), Claude Lefort reivindicaba al joven La Boëtie precisamente por negarse a dictaminar “Qué hacer”: «La Boétie no sólo se arriesgaría así a ocupar el lugar del «amo» (si se dedicara a “aconsejar” al pueblo), sino que, acreditando la ficción de su «unidad», fomentaría aún más el deseo de servidumbre. A pesar de su vehemente llamada en favor de la libertad, participaría de la fantasmagoría de la que emerge el tirano. […] Los consejos prodigados a hombres sometidos, aunque estuvieran inspirados por el amor de la libertad, corren el riesgo de reforzar al tirano»
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estuviera cumpliendo una formalidad sin un verdadero interés en lo que tienen que decir.
En cambio, Guattari sugiere la necesidad de "crear las condiciones" para que la enunciación sea absoluta o incluso paroxística. Aquí, el término "enunciación" se refiere a la capacidad de expresarse de manera auténtica y profunda, sin restricciones ni limitaciones. La idea es fomentar un ambiente donde las personas se sientan libres y seguras para comunicar sus pensamientos más íntimos, emociones y experiencias sin censura o represión.
El término "paroxístico" implica un nivel de intensidad emocional o expresiva muy alto, como si las personas estuvieran liberando una emoción o sentimiento acumulado durante mucho tiempo. Guattari señala que es necesario permitir que esto ocurra en ciertos contextos, ya que puede ser liberador y favorecer una mayor comprensión y empatía entre las personas.
Algunos interrogantes:
 ¿Es irresponsable conceder a las personas la oportunidad de hablar sin precauciones, sin literatura, sin un filtro pseudo-científico?
 ¿Es realmente peligroso dejar que expresen a su gusto, permitirle decir lo que sienten, con sus propias palabras, llenas de exceso y de pasión?
 ¿Deberíamos crear una policía de los sueños y de las fantasías?
 ¿Dejarán por fin a las personas expresarse sin tener que pasar por los representantes”?
Ante una manifestación popular, un movimiento de rebelión o una protesta colectiva, la táctica del poder es astuta y perversa en su búsqueda incesante de individuos a quienes señalar como responsables, convenientemente etiquetados como "cabecillas", "dirigentes" o "representantes", incluso cuando dichas figuras no existen. En caso de que no encuentren a alguien que se ajuste a esos roles, no dudan en crearlos artificialmente para mantener su dominio absoluto y reprimir aplicando el miedo al resto.
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Resulta impresionante cómo cada teoría, filosofía, discurso, proposición, programa o plan, se convierte por sí mismo en un enunciado de poder, otorgando una posición de privilegio a quienes lo formulan y estableciendo una dinámica de control sobre aquellos a quienes va dirigido. Detrás de cada afirmación, subyacen relaciones de fuerza entre distintas partes, manifestando que en el ámbito del poder no existe lugar para la equidad o la igualdad de condiciones.
Es innegable que cualquier pretensión de verdad, incluso bajo el manto de la ciencia, está inexorablemente ligada a formas de poder, perpetuando así actos de dominación y subordinación. De esta manera, el conocimiento y el saber, que deberían representar una búsqueda objetiva de la verdad, se ven empañados por la influencia de fuerzas que se ejercen sobre ellos, corrompiendo su supuesta neutralidad y desviándolos de su propósito original.
Por tanto, es esencial cuestionar cada manifestación del poder y desenmascarar las intenciones ocultas detrás de cada discurso o programa que pretenda prevalecer sobre otros. Solo así podremos aspirar a una sociedad en la que las relaciones de fuerza sean reemplazadas por un genuino equilibrio donde el conocimiento y la verdad se persigan por su valor intrínseco, no por la dominación y el sometimiento.
Nuestra tarea (la de lxs Cualquieras o lxs Nadies) es volverlo visible, audible, sensible, pensable, desde una posición de inmanencia, y contra toda forma de “representatividad”.
Y cuando los intelectuales “esclarecidos” se invisten a sí mismos como la vanguardia, como aquellos que están llamados a producir una “toma de conciencia” en los demás, eso mismo es ya el indicio de que los intelectuales forman parte del poder, de algún tipo de poder de jerarquía y privilegio. (Chicolino 2020)
En un panorama intelectual y social en constante evolución, emerge un enfoque audaz que desafía los cimientos de la representación convencional. Este nuevo paradigma postula la desaparición de la mera representación y la
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emergencia de un terreno en el que la acción se convierte en la moneda de cambio dominante. Ya no se trata simplemente de contemplar desde la distancia, sino de involucrarse en una danza incesante entre teoría y práctica, tejida en intrincadas conexiones y redes de interacción. La idea misma de la representación, en este contexto, es recibida con escepticismo y burla, eclipsada por la llamada a la acción, donde las palabras y los actos se fusionan en un enfoque revolucionario que desafía las normas establecidas según la mirada de Deleuze, que dice:
«No existe ya la representación, no hay más que acción: acción de teoría, acción de práctica, en relaciones de conexión o de redes. […] La representación provoca risas».
Aquí destaca la idea de que en la actualidad no podemos depender únicamente de la representación para comprender el mundo y actuar en él. En lugar de enfocarnos en representar las cosas pasivamente, tenemos que accionar directamente, tanto en el ámbito teórico como en el práctico, generando relaciones, agenciamientos, conexiones y formando redes de interacciones.
Cuando Deleuze habla de "representación", se refiere a la idea de tratar de entender el mundo mediante imágenes o conceptos fijos y estáticos, que pretenden ser una copia fiel de la realidad (Platonismo).
Este efecto limita totalmente nuestra comprensión y nuestra capacidad de acción, al reducir la complejidad y la multiplicidad de las cosas a esquemas simplificados y rígidos.
En cambio, la "acción" constituye formas más dinámicas y creativas de involucrarnos con el mundo. La acción, en el campo de la teoría sugiere contemplar las ideas y también cuestionarlas, conectarlas con otras teorías para construir nuevos conceptos que nos ayuden a comprender mejor la realidad en su complejidad. La acción, en el campo de la práctica es no quedarnos en meras contemplaciones abstractas, sino ejecutar nuestras ideas y reflexiones, experimentando y participando activamente en el mundo; interactuando y comunicando de formas más flexibles y abiertas, acabando con
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esas estructuras jerárquicas y rígidas propias de la “representación” tradicional y paternalista.
A Deleuze el esquema de la representación le provoca risas, porque lo considera absolutamente insuficiente para entender y actuar en el mundo por ingenua y limitada.
En resumen, según Deleuze, debemos abandonar la mera representación y abrazar la acción, tanto en el ámbito teórico como en el práctico, buscando relaciones dinámicas y redes de interacción. Esto nos permitirá tener una comprensión más rica y en constante cambio del mundo y nos invita a participar activamente en la creación y transformación de la realidad.
Siguiendo la línea trazada por autores como Foucault, entendemos que debemos ser cautelosos con la idea de "representación" en relación al análisis del poder. En el pasado, se cuestionaba cómo las "voluntades individuales" podían ser representadas en la "voluntad general". En la actualidad, se repite constantemente que figuras como el padre, el marido, el patrón, el adulto y el profesor "representan" un poder estatal, que a su vez "representa" los intereses de una clase. Sin embargo, esta perspectiva no explica la complejidad de los mecanismos, ni su especificidad, ni las interacciones, complementos e incluso bloqueos que esta diversidad implica. El poder no se origina a partir de "voluntades" individuales o colectivas, ni se deriva simplemente de "intereses". Más bien, es un dominio complejo que merece ser estudiado por sí mismo. Sin embargo, esto no significa que el poder sea "independiente" de otros factores, como el proceso económico y las relaciones de producción. Las relaciones de poder pueden penetrar directamente en los cuerpos, incluso sin necesidad de ser sustituidas por la 'representación' de los sujetos. Debemos enfocarnos en la importancia de comprender la naturaleza compleja del poder, más allá de la idea de representación y considerando su influencia en los cuerpos y en el contexto económico y de producción.
Si actualmente el pueblo existe sólo como una masa amorfa, modelada por las representaciones represivas del poder, ello se debe en gran medida a que los
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movimientos revolucionarios y los movimientos de izquierdas no solamente no han hecho nada para cambiar su situación, sino que además reproducen en su interior sistemas burocráticos y represivos muy similares a los del poder. Ellos pretenden hablar “en nombre del pueblo”, pero sin tomar ninguna medida que favorezca la cristalización necesaria para gestionar de manera directa los problemas cotidianos del deseo (Guattari, RM, 243).
«Artaud enunciaba claramente:
“escribir para los analfabetos, hablar para los afásicos, pensar para los acéfalos”. ¿Pero qué significa «para»? No es “dirigido a...”, ni siquiera “en lugar de”. Es: “ante”» (QF, 121).
En efecto: la representación es un modo de relación social y deseante entrampador, vampírico. Es una trampa que produce aquello que caza: «como dice Marx, siempre la captura contribuye a crear lo que captura» (MM, 454).
La relación de representación produce dos polos excluyentes y disimétricos: de un lado, el mando activo; del otro, la obediencia pasivo-agresiva; de un lado, la dirección; del otro, la ejecución; de un lado, lxs gobernantes (representantes); del otro, lxs gobernadxs (representadxs o ciudadanxs). La relación de representación es una captura que aniquila la diferencia y así imposibilita el acontecimiento. Desventura.
La filosofía deviene emancipatoria (máquina de guerra crítica) cuando deviene nomádica, cuando combate contra la indignidad de hablar “en nombre de” lxs otrxs, cuando nos conduce no a una defensa sino a una puesta en cuestión e impugnación de las relaciones de poder en términos de representación indirecta; y por lo tanto, cuando pone en cuestión la relación de complicidad y complementariedad entre el pensamiento y el Estado (la filosofía como «traición»):
En una línea de fuga siempre hay traición. Nada de trampear como un hombre del orden (que prepara su porvenir), sino al contrario, traicionar, traicionar a la manera de un hombre simple que no tiene ni pasado ni futuro. Traicionar las fuerzas estables que quieren retenernos, los poderes establecidos de la tierra. [...]
Traidor al mundo de las significaciones dominantes y del orden establecido.
El «traidor» es muy diferente del «tramposo»: el tramposo pretende ampararse de propiedades establecidas, conquistar un territorio, e incluso
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instaurar un orden nuevo. El tramposo tiene mucho porvenir, pero no tiene ni el más mínimo devenir. El sacerdote, el adivino, es un tramposo.
El experimentador es un traidor. El hombre de Estado, o el hombre de corte, es un tramposo (Parnet/Deleuze, DI, 53-55).
Tomemos un ejemplo claro y actual de lo que significa el sistema representativo en el marco del patriarcado capitalista:
Bajo el patriarcado estatal y capitalista, es común escuchar a muchos hombres afirmar que la prostitución (una situación en la que rara vez se encuentran) es un "trabajo" como cualquier otro. Este discurso es representativo, ya que habla en nombre de un supuesto 'trabajo' que ellos no realizan, sino que solo "consumen". Es una narrativa conveniente que reduce a los hombres que compran servicios sexuales a simples, inocentes y neutrales "clientes" o "consumidores" (clientes regulares de prostitutas). La posición de representación cumple la función social y deseante de ocultar (y revertir) las relaciones desiguales de poder tal y como existen y se ejercen, al mismo tiempo que oculta y distorsiona a aquellos sujetos que detentan el poder.
La relación de 'representación' es similar a la relación de prostitución, ya que ambas son relaciones sociales esencialmente fetichizantes.
La posición de representación oculta el hecho de que los hombres no son simples "consumidores" de prostitución, sino que son principalmente los productores y perpetuadores de esta práctica. Son los responsables de la violencia machista y patriarcal inherente al sistema de prostitución, ya que contribuyen a convertir a las mujeres en objetos/mercancías que se compran y consumen. La trampa produce lo que captura, es decir, las mujeres que se encuentran en situación de prostitución o esclavitud sexual no existen previamente para los hombres prostituyentes. En cambio, los hombres producen lo que "consumen" en el mismo acto en el que perpetúan la relación de prostitución al consumir estos servicios.
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Las mujeres que no se dejan representar por el discurso de poder relacionado con la prostitución afirman que "Sin varones prostituyentes, no hay prostitución" y "sin prostitución, no hay trata".
Además, denuncian los prostíbulos como centros clandestinos de tortura, violación y muerte. Mientras algunos mistifican la prostitución como "trabajo" o "servicio", las feministas abolicionistas la desmitifican y la llaman por su verdadero nombre: una forma de violación legal (un "ilegalismo"). Esto representa un auténtico quiebre y escape de las estructuras patriarcales predominantes.
En la década del '70, el feminismo más radical demostró que el carácter violento y violatorio no solo es inherente a la sociedad actual y sus instituciones, sino que también es un rasgo distintivo del patriarcado milenario en sí mismo. Por lo tanto:
la violación, ya sea individual o en grupo (como en las violaciones en "manada"), no es simplemente un accidente causado por individuos psicopáticos o "monstruosos", sino que es una manifestación del propio sistema como un dispositivo para dominar, controlar, normalizar, vigilar, integrar, disciplinar y castigar la sexualidad y subjetivación de las mujeres (incluyendo a personas trans, travestis, intersexuales, etc.).
Todo esto se hace con el objetivo de lograr que acepten sin cuestionar todas las instituciones (económicas, sociales y sexuales) que siguen la norma heterosexual y cisgénero. El abuso y la violación son siempre consecuencias directas del sistema de poder, de las relaciones económicas, sociales y sexuales que existen en la sociedad actual. El sistema utiliza el miedo a la violación como una forma de generar sumisión en las personas. Si la opresión sexual de la mujer existe antes que la opresión de clases, entonces el Hetero-patriarcado es anterior al Estado-nación y al capitalismo, y ambos sistemas tienen la función de perpetuarlo día a día.
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Por lo tanto:
La naturaleza del Estado y del Mercado es inherentemente patriarcal, independientemente de quién esté en el poder.
No es coincidencia que Foucault considere el tráfico de mujeres (trata y prostitución) como uno de los tres ilegalismos más recurrentes y lucrativos en la sociedad actual, junto con el tráfico de armas y drogas. En el libro abolicionista de Sonia Sánchez y María Galindo, ellas rechazan asumir el papel de intérpretes, representantes, significadores o historiadores que hablan en nombre de los demás. Niegan suplantar a nadie o hablar en nombre de terceras personas, y no buscan legitimación de nadie para sus posiciones.
La indignidad y el oprobio de representante ocurre también en el terreno social y político cuando los representantes del sexo/género hegemónico, dominante y privilegiado legislan y dictan sentencia sobre aquello que lxs demás deben o no deben hacer con sus cuerpxs, sus sexualidades, sus placeres, y su deseo.
Vemos entonces cómo Deleuze, Guattari y Foucault (y los movimientos feministas más radicales de la época) nos incitan a ejercer de otro modo el ejercicio del pensamiento y la práctica de la filosofía (que es potestad de cualquiera); no para enredarnos en un academicismo o un intelectualismo que no fastidie a nadie, sino ante todo para construir colectivamente, ya mismo, unas máquinas de guerra auto-emancipatorias radicales y múltiples, cuyo fin sea no la guerra ni la violencia, sino la resistencia y la lucha local, pero
siempre transversal y confederada (la «guerra de guerrillas»), la resistencia y la lucha contra todos los poderes dominantes del Patriarcado del Estado y del Capital (incluso los que se ejercen en el seno mismo de la filosofía y “en nombre de” la filosofía, de la ciencia, del saber y la verdad).
Al no ser un poder, la filosofía no puede librar batallas contra los poderes, pero mantiene, sin embargo, una guerra sin batalla, una guerra de guerrillas contra ellos. […]
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Y, como los poderes no se conforman con ser exteriores sino que se introducen en cada uno de nosotros, gracias a la filosofía todos nos encontramos constantemente en conversaciones y en guerra de guerrillas con nosotros mismos (Deleuze, CV, 7)
Por un lado están todos los Stalin, todos los Hitler que ustedes quieran, frente a los cuales los pensadores no tienen más que dos posibilidades: resistir o exilarse. Pero a veces, al interior del pensamiento, ocurre otra cosa. Se trata de extrañas doctrinas, de escuelas de pensamiento que de tiempo en tiempo sobrevienen, que se instalan, que adquieren un verdadero poder allí donde hay poder en este dominio, es decir en las Universidades, y que establecen una suerte de tribunal, un tribunal intelectual de un tipo especial. Y detrás de ellos, o bajo ellos, ya nada se impulsa. (Deleuze, LZ, 248).
Así, la práctica política de la representación indirecta, basada en la posición de autoridad, jerarquía y privilegios, es decir, basada en relaciones (económicas, sociales, sexuales, libidinales, raciales, etarias, etc.) que aseguran, apuntalan y reproducen la separación y la división entre dominantes y dominados, directores y ejecutores, gobernantes y gobernados, debe ser fuertemente puesta en cuestión, aquí ahora, ya mismo, en todos lados.
Lo mismo hacen las ciencias políticas, toda vez que dan por sentadas dicha separación y división (y entonces devienen ‘ciencias reales’).
El contrato como forma de sujeción y la intervención de los Órganos de intermediación.
En 1980 Foucault plantea que el «contrato social» (en tanto tipo y modo de relación social) es un «cuento para niños», una trampa, y que por lo tanto el poder (y el poder de gobierno) no se funda jamás ni en la Ley, ni en el Derecho, ni en el consenso, ni en el contrato, ni en la voluntad general; el poder no tiene ninguna legitimidad intrínseca porque no tiene interioridad ni esencia: el poder es puro efecto. Todos estos conceptos de ‘pacto/contrato’, ‘consenso voluntario’, ‘consentimiento de la voluntad’, como fundantes de la Ley y del Derecho, no son sino ficciones y mistificaciones (pero muy
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operativas), que por supuesto los intelectuales y filósofos (y periodistas) no dejan de viralizar (tampoco los políticos aspirantes a gobernar):
Sólo una ficción puede hacer creer que las leyes están hechas para respetarlas, que la Policía y los Tribunales [de Justicia] están destinados a hacerlas respetar. Sólo una ficción teórica puede hacer creer que nos adherimos de una vez por todas a las leyes de la sociedad a la que pertenecemos.
Todo el mundo sabe también que las leyes están hechas por unos e impuestas a los otros. Pero creo que se puede dar otro paso más: la «ilegalidad» no es un “accidente”, una “imperfección” más o menos inevitable, sino un elemento absolutamente positivo del funcionamiento social, cuyo papel está previsto en la estrategia general de la sociedad. Todo dispositivo legislativo ha reservado espacios protegidos y provechosos en los que la ley pueda ser violada, otros donde puede ser ignorada, y finalmente otros donde las infracciones son sancionadas (Foucault, GI, 54-55).
El sistema de representación plantea un dilema. Las prácticas democráticas directas son vistas por la inmensa mayoría de los pensadores, como desfavorable, mientras que los órganos intermedios se consideran necesarios para mantener el orden social y evitar el caos. Marx lo ve así:
“La esfera de la circulación o del intercambio de mercancías, dentro de cuyos límites se efectúa la «compra» y la «venta» de la fuerza de trabajo, era, en realidad, un verdadero Edén de “los derechos humanos” innatos. Lo que allí imperaba era la «libertad», la «igualdad», la «propiedad» y «Bentham». ¡Libertad!, porque el “comprador” y el “vendedor” de una mercancía (por ejemplo, de la fuerza de trabajo) sólo están determinados por su libre voluntad. Celebran su “contrato” como personas libres, jurídicamente iguales. El «contrato» es el resultado final en el que sus voluntades confluyen en una expresión jurídica común. ¡Igualdad!, porque sólo se relacionan entre sí en cuanto poseedores de mercancías, e intercambian equivalente por equivalente. ¡Propiedad!, porque cada uno dispone sólo de lo suyo. ¡Bentham!, porque cada uno de los dos se ocupa sólo de sí mismo”.
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Marx describe esta fase como un "Edén" de derechos humanos en apariencia, porque en ella se manifiestan formalmente algunas libertades jurídicas y se presume igualdad en el intercambio. Aquí hay una explicación más detallada de los conceptos involucrados:
1. Libertad: Marx menciona que el comprador y el vendedor de una mercancía (como la fuerza de trabajo) aparentemente actúan de forma voluntaria y libre. Esto significa que, en teoría, tanto el empleador como el trabajador tienen la opción de celebrar o no un contrato de trabajo, como personas con voluntad propia.
2. Igualdad: En este contexto, se refiere a la igualdad jurídica formal entre el comprador y el vendedor. Ambos son tratados como poseedores de mercancías, lo que los coloca en una posición supuestamente igualitaria al momento de negociar los términos del intercambio.
3. Propiedad: Marx destaca que en esta fase, cada individuo es dueño de sus propias mercancías (incluida la fuerza de trabajo). El trabajador vende su fuerza de trabajo al empleador, quien, a su vez, posee los medios de producción. Existe una apariencia de propiedad privada en la cual cada parte dispone de lo que le pertenece.
4. Bentham: La mención de "Bentham" en este contexto se refiere al utilitarismo y la filosofía de Jeremy Bentham, la cual enfatiza la maximización de la felicidad individual. En esta fase del intercambio de mercancías, cada individuo actúa predominantemente en interés propio, buscando maximizar su propio beneficio.
Marx considera que esta fase esconde las relaciones de poder y explotación presentes en la etapa de producción capitalista. En la producción, el trabajador vende su fuerza de trabajo por un salario, y el empleador extrae plusvalía al pagarle menos del valor real que genera. Así, la libertad y la igualdad en la circulación ocultan la desigualdad y explotación fundamentales del sistema capitalista en la fase de producción, donde se origina la ganancia del capitalista. Para Marx, esta aparente "igualdad" solo es una ilusión, ya que en realidad, el trabajador se encuentra en una situación desventajosa en comparación con el capitalista en el proceso productivo.
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Sin embargo, en alguna parte aparece criticando este sistema jerárquico como una burocracia que engaña tanto a los gobernantes como a las masas. «Para mantenerse actualmente en el ritmo urbano y asegurar un nivel de vida satisfactorio, el individuo debe sobre-trabajar (ser explotados) y sacrificar una gran parte de sus relaciones sociales. Condición para que las personas vayan "de casa al trabajo y del trabajo a casa". En particular, el concepto de "contrato" no solo como un instrumento jurídico, sino también como una forma de relación social. El "contrato" se convierte en un dispositivo de poder que logra que el individuo se ate a sí mismo, lo que resulta en sujeción y dominación internas, es decir, entre el individuo y él mismo. Esto se logra mediante una "integración jurídica" que regula y controla la conducta y las relaciones de las personas en la sociedad. Las actuales formas de sujeción y dominación social, así como las formas de servidumbre maquínica y deseante, se establecen a través de un diagrama de poder que modula de manera permanente y cotidiana la integración de nuestras potencias creativas dentro de un esquema de relaciones jurídico-contractuales y representativas.2
El "contrato" se presenta como una expresión jurídica que, paradójicamente, conduce a la sujeción.
Sin embargo, incluso la sujeción es solo una etapa para alcanzar el momento fundamental del Estado, que implica una captura civil o una forma de esclavitud maquínica. El 'contrato' es una expresión jurídica cuyo resultado es la sujeción. Incluso la sujeción no es más que una etapa para el momento fundamental del Estado. La transformación de las fuerzas productivas y la necesidad del control social conducen a los poderes del Estado a no buscar apoyo exclusivamente en los instrumentos clásicos de coerción, y a ejercer asimismo su poder a través de una multitud de instituciones sustitutivas y órganos
2 los mecanismos de control y represión han evolucionado para operar de una manera más sutil y eficaz. En lugar de imponerse de manera externa y coercitiva, estos instrumentos de represión ahora se han "miniaturizado" y se han vuelto capaces de infiltrarse en la esfera íntima del individuo para captar y moldear su deseo
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mediáticos. Cada uno de los engranajes de la vida regional, municipal, deportiva o familiar también está sujeto a estas formas de modelización. El pulpo estatal despliega sus tentáculos para alcanzar la vida íntima de cada individuo particular. Ya no basta con la simple represión "masiva".
INSTRUMENTOS DE REPRESIÓN EN EL SISTEMA DE REPRESENTACIÓN
El capitalismo tiene que construir e imponer modelos de deseo. Los individuos se mantienen "en su lugar" por efecto del entorno, las ideas, los gustos, los modelos, las formas de ser y las imágenes que se les inyectan constantemente, a veces por medio de eslóganes que no pueden sacarse de la cabeza. Represión suave, que se esfuerza por intoxicar a la población a través de los medios de comunicación, en dividirla para controlarla mejor. Las masas son inoculadas con un prototipo de ‘sociedad’, de ‘familia’, y con cierto modelo de consumo. Los instrumentos de represión se han visto reducidos hoy en día a un grado tal de miniaturización, que están en condiciones de captar toda una parte del deseo.
El deseo entendido como algo más amplio que simplemente anhelar objetos materiales o placeres sensoriales. El deseo como una fuerza creativa, una capacidad de producir y experimentar nuevos estados de ser, de relacionarse con el mundo y con uno mismo de maneras diversas y singulares. El deseo vinculado a la multiplicidad y la diferencia, y puede manifestarse en una variedad de formas.
En este contexto, los "instrumentos de represión" son mecanismos de control social, político y cultural que buscan canalizar y limitar el deseo en direcciones específicas que son convenientes para el poder dominante o el status quo. Estos instrumentos pueden incluir, por ejemplo, la publicidad, la propaganda, la educación normativa, las expectativas sociales y las estructuras de poder. Modulan la represión de tal manera que las personas puedan interiorizarla con mayor facilidad, lo cual no significa que ésta se haya
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suavizado, la tendencia actual consiste en una especie de miniaturización del fascismo; los cambios en las fuerzas productivas y la necesidad de control social han llevado al Estado y al capitalismo a adaptar sus estrategias para ejercer poder y dominio sobre la sociedad de una manera más sutil y extendida. Con el avance tecnológico y la evolución del sistema capitalista, las fuerzas productivas3 han experimentado cambios significativos, lo que ha repercutido en la organización de la sociedad y en las relaciones de poder.
En cambio, se ha desarrollado una amplia variedad de instituciones y órganos mediáticos que ejercen influencia y control sobre la sociedad en diferentes ámbitos, como lo regional, municipal, deportivo o familiar.
Se busca moldear y regular incluso los deseos y aspiraciones de las personas a través de estos modelos impuestos. El capitalismo debe construir y promover modelos de deseo, es decir, debe influir en los deseos y anhelos de las personas para que se alineen con los intereses del sistema. El Estado y el capitalismo, o sea el Capitalismo de Estado ha evolucionado en sus estrategias de dominación, buscando controlar no solo a través de la fuerza bruta sino también mediante la creación y promoción de modelos de comportamiento y deseos que favorezcan la reproducción del sistema (orden establecido). Lo cual plantea importantes cuestionamientos sobre la libertad individual y la posibilidad de resistencia en un contexto donde el poder se ejerce de manera más sutil y extendida en la vida cotidiana de las personas.
En la sociedad, a menudo se tiende a asignar y categorizar a las personas de acuerdo con ciertos estereotipos, roles o identidades predefinidas. Estas asignaciones pueden estar relacionadas con diversos aspectos de la vida y la experiencia humana, como la infancia, la identidad sexual, la
3 potencias y capacidades creativas que operan en el mundo, tanto en el ámbito humano como en el de la naturaleza. Estas fuerzas son fuerzas vitales y creativas que producen cambios, transformaciones y nuevas formas de ser y de pensamiento. Aquí, "productivo" no se refiere únicamente a la producción de bienes materiales, sino más bien a la generación de novedad, diferencia y multiplicidad.
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relación con el conocimiento, las representaciones del amor, la honestidad o la muerte. Tenemos que revisar críticamente la tendencia a imponer roles y estereotipos en la vida de las personas, que reduce así su diversidad, singularidad y libertad de elección. Al asignar a cada individuo ciertas identidades y posiciones predeterminadas, se perpetúan normas sociales opresivas e impone límites a la posibilidad de una auténtica expresión personal y un desarrollo libre de la identidad. Hay que desafiar asignaciones y estereotipos para fomentar una sociedad más inclusiva y respetuosa con la diversidad y la individualidad de cada existencia.
CONSTRUCCIÓN DE LA SUBJETIVIDAD EN UN SISTEMA REPRESENTATIVO El entorno social, las normas culturales, las ideas dominantes, los estereotipos y las imágenes mediáticas contribuyen a moldear la forma en que los individuos se perciben a sí mismos y a los demás (subjetividad), así como a definir lo que se considera aceptable o deseable. Estos eslóganes se alojan en el inconsciente de las personas afectando sus elecciones y decisiones. Los medios de –in- comunicación desempeñan un papel importante en este proceso, influyendo “representativamente” en las opiniones, actitudes y creencias de las personas a través de la difusión constante de ciertas perspectivas y narrativas. La manipulación sutil y la creación de divisiones contribuyen a mantener a los individuos en ciertos roles y posiciones dentro de la sociedad, controlables para el poder. Resistir consciente de estas influencias fomentando un pensamiento crítico para desmontar las estructuras de manipulación.
La sociedad contemporánea, a través de diversos mecanismos (mediáticos/representativos), influye en las masas para que acepten y adopten ciertos modelos sociales y de consumo.
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LAS ALIANZAS CONTRACTUALES DE LA REPRESENTACIÓN
El Uno representativo del Patriarcado. Toda una serie rizomática de «tiranuelos» y pequeños-jefes sostienen la red de poderes y micro-poderes, este diagrama de alianzas contractuales. Pero hoy este «Uno» no pasa meramente por la "personalidad individual" del tirano o del soberano . (Deleuze)
Reflexionamos sobre la naturaleza del poder y las relaciones de dominación en la sociedad. Empleamos el concepto de "tiranuelos" y "pequeños-jefes" - tomado de Deleuze - para referirse a aquellos individuos que, aunque no tienen un poder absoluto como un tirano o soberano tradicional, participan en mantener la red de poderes y micro-poderes que estructuran la sociedad. La serie se refiere a la estructura de estas relaciones de poder, que no siguen una jerarquía vertical, sino que se extienden de manera horizontal, similar a la estructura de un rizoma de una planta, donde los nodos están conectados de múltiples formas. El "Uno" no es simplemente la figura del tirano o soberano individual, sino que representa la Desventura patriarcal. Esto es el sistema y la estructura de poder que opera a nivel social y que tiene un centro difuso, presente en todas partes, pero sin una circunferencia claramente delimitada. Es decir, es un poder que se distribuye y ejerce en diversos ámbitos y relaciones sociales, sin estar concentrado en una sola persona o institución. Además, Deleuze menciona que este "Uno" está arraigado en el funcionamiento del metabolismo social y libidinal de las personas. Se alude a cómo las fuerzas productivas y reproductivas, así como los deseos y las relaciones humanas, están inmersos en este sistema de poder. El "cuerpo lleno sin órganos" es una idea deleuziana de una entidad compleja y conectada en la que las divisiones tradicionales y estructuras jerárquicas se disuelven, dando lugar a una multiplicidad de conexiones y relaciones que operan en la sociedad. Concepto de Poder según Foucault.
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Esta Desventura patriarcal representa el sistema de poder que atraviesa la sociedad a través de las fuerzas productivas, reproductivas y las relaciones humanas en general. El poder se experimenta de manera diferencial y se relaciona con el funcionamiento mismo del metabolismo social y libidinal. Es por esto que bajo este diagrama de relaciones de poder estatales y capitalistas que llamamos Patriarcado: « El tirano habla el lenguaje de las leyes y no tiene otro lenguaje». Por eso, el «contrato» es el modo de relación imperante en nuestra sociedad patriarcal. La mayor parte de las veces estas órdenes eran solicitadas contra alguien por sus allegados, su padre y su madre, uno de sus parientes, su familia, sus hijos o hijas, sus vecinos, y a veces por el cura de la parroquia o algún notable local.
Configurar la sociedad según el modelo de la empresa, de las empresas, hasta en su textura más fina. Multiplicar el modelo económico, el modelo de la oferta y la demanda, el modelo de la inversión, el costo y el beneficio, para hacer de él un modelo de todas las relaciones sociales, un modelo de la existencia misma, una «forma» de relación del individuo consigo mismo, con el tiempo, con su entorno, el futuro, el grupo, la familia.
La fábrica utilizaba el sistema de las primas y los incentivos, pero la empresa se esfuerza con mayor profundidad para imponer una modulación de cada salario, en estados siempre meta estables que admiten confrontaciones, concursos y premios extremadamente cómicos. Pero no se trata nunca única y exclusivamente de un devenir-burgués y un devenir-burócrata de todo el mundo, sino de un devenir-macho de todo el mundo. Por eso la irrupción del acontecimiento, del devenir-revolucionario,
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pasa forzosamente por un devenir-mujer4 y por un devenir-minoritario, transexual y clandestino de todo el mundo5.
El pueblo comprende muy bien que es sobre su trabajo que se ha creado la ‘riqueza social’, y que es sobre nuestra producción que se alimenta todo el funcionamiento inútil de la sociedad.
El metabolismo patriarcal capitalista, es decir, la vida misma del capital, su «curso de vida» , y por ende, el «proceso de movimiento» de su «organismo interno» , consiste en una conjugación (adaptación) generalizada de los flujos descodificados.
El Estado va a operar las re-territorializaciones necesarias para impedir que los flujos de capital se descodifiquen demasiado rápido, o demasiado radicalmente.6 Harán falta todo tipo de aparatos de regulación, que regulan representando, en este sistema de automatismo. » Huir es hacer huir, no necesariamente a los demás, sino hacer que algo huya, hacer huir un sistema como se agujerea un tubo. Supone, por tanto, toda una fina pero no menos terrorífica, opresiva y alienante red de microbio- poderes y todo un proceso de producción de deseo capaz de extraerle al inconsciente-productor, a la libido, toda una plusvalía de flujos de deseo, aunque diferencial según recaiga sobre uno u otro polo de la binomización sexual ya pre-fabricada socialmente.
4 Devenir-mujer: Deleuze utiliza el término "devenir-mujer" para referirse a un proceso de liberación y ruptura de las categorías fijas de identidad de género. No se trata simplemente de ser biológicamente mujer, sino de desafiar y trascender las restricciones impuestas por las normas de género. Es un llamado a abandonar las concepciones tradicionales y rígidas de género y explorar nuevas formas de ser y relacionarse con el mundo.
5 Devenir-minoritario, transexual y clandestino: Aquí Deleuze amplía la idea de devenir a otras dimensiones de minorías y luchas clandestinas. Se refiere a cómo la revolución o el cambio radical también deben incluir a aquellos grupos que han sido marginados, oprimidos o que existen en los márgenes de la sociedad. Esto puede abarcar a minorías étnicas, sexuales, sociales, entre otras. Además, el término "transexual" se puede entender como una forma de liberación de las normas binarias y fijas de identidad de género.
6 Esto implica que el Estado interviene para reafirmar ciertas regulaciones, restricciones o limitaciones sobre los flujos de capital con el propósito de mantener un cierto grado de control y prevenir situaciones que podrían ser perjudiciales para el sistema económico o para la estabilidad social.
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El control y la gestión del metabolismo social y del metabolismo del inconsciente son dos caras de una misma moneda, de un mismo problema.
EL ESTADO REPRESENTATIVO Y SUS CONTRATOS En diversos Manuscritos, Marx muestra que en las formaciones sociales anteriores las relaciones de poder y servidumbre eran directas y personales, porque la relación siervo/ señor era una relación entre personas privadas.
Entre nosotrxs, la relación de poder funciona según una relación axiomática (proposición verdadera sin necesidad de demostración) que conjuga flujos de riqueza no-cualificada con flujos de trabajo no-cualificado, e incluso con cuerpxs abstractxs . Es en nuestras sociedades donde la relación de poder se torna indirecta e impersonal , es decir, abstracta, porque es una relación de poder anclada no en el carácter "personal" de las personas privadas, sino en su status "jurídico" (representativo), en tanto sujetos portadores de derechos abstractos que celebran distintos tipos de ‘contrato’.
LA REPRESENTACIÓN Y LA SERVIDUMBRE VOLUNTARIA Siguiendo a Foucault, Deleuze dice que «el poder es lo que hace ver y hace hablar», pero a la vez, y como ya lo había mostrado Marx en torno a la plusvalía, el ejercicio del poder es él mismo ciego, sordo, mudo, aunque se ejerza a plena luz, a cielo abierto, y en pleno reinado "democrático" de la "libertad". Ambas dependen de la naturaleza y de la transmisión de ‘consignas’ en un campo social determinado. Burocracia y tecnocracia rizomática. Es "en nombre de" la seguridad de lxs ciudadanxs que nuestros ‘representantes’ estatales redactan y votan proyectos para triangular del modo más fascista todo el campo social con cámaras de identificación facial, corporal, y biométrica.
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La servidumbre voluntaria nos remite a una posición de deseo, que puede muy bien no coincidir con la posición de interés que se manifiesta abiertamente.
Así, el problema político y sexual queda obturado, puesto que en ningún caso se desmarcan del terreno de la ideología y de las intencionalidades. De allí su incapacidad para pensar en términos de deseo, de libido sexual inconsciente, de goce libidinal con las relaciones de mando/obediencia.
Nos referimos a la idea de que las personas pueden someterse, aceptar o bien reclamar voluntariamente formas de opresión o autoridad, incluso cuando podrían resistirse o rebelarse. Esta aceptación puede estar en conflicto con los deseos internos de una persona de un grupo en particular, que pueden ser diferentes de lo que expresan abiertamente.
Por ejemplo, alguien podría aceptar una posición de sumisión o sometimiento debido a presiones sociales, políticas o culturales, pero en su interior, sus deseos reales podrían estar en desacuerdo con esta posición.
El deseo es pensamiento, posición de deseo en el pensamiento, el deseo es constitutivo de su propio campo de inmanencia, es constitutivo de las multiplicidades que lo pueblan. El deseo no es solo una pulsión o una falta, sino un proceso creativo y productivo que está constantemente involucrado en la formación y articulación de pensamientos.
Al desear, estamos activamente involucrados en la producción de pensamientos, ideas y conexiones. El deseo no está pasivamente relacionado con el pensamiento, sino que es su motor activo y constitutivo.
La inmanencia significa que el deseo opera dentro de sí mismo, sin depender de factores externos o trascendentes. Esto es que deseo y pensamiento están interconectados en un proceso
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creativo y productivo. El deseo no se limita a objetos concretos, sino que genera su propio campo de posibilidades y está en constante interacción con otras multiplicidades. En rigor, mal que nos pese, muchas veces deseamos inconscientemente nuestra propia servidumbre y alienación, en virtud de un proceso de producción libidinal7 que ha sido montado meticulosamente para ponernos a producir y reproducir nuestra propia muerte. Y también en virtud de un proceso de producción social basado en un diagrama de relaciones sociales y sexuales que nos produce a todxs como subjetividades frenéticamente dependientes de la competencia, del status, del goce con el poder y la autoridad, y del dinero. El deseo no es solo un impulso sexual, sino una fuerza creativa y productiva que está involucrada en la producción de la identidad y la subjetividad de una persona.
En lugar de buscar la realización y el florecimiento de nuestras capacidades, nos vemos atrapados en patrones de comportamiento que nos someten a la servidumbre y la alienación. Estamos sometidos a procesos sociales y libidinales que nos llevan a desear inconscientemente nuestra propia servidumbre y alienación. Esto ocurre debido a la forma en que la sociedad y el deseo se combinan para producir una subjetividad que nos impulsa a buscar el poder, el status y el dinero, en lugar de buscar una realización creativa y auténtica. Somos engranajes de una mátrix que limita nuestra capacidad de producción y nos aleja de nuestra verdadera potencialidad. Si este sistema patriarcal ha triunfado por milenios es porque, además de la violencia abierta y espectacular, se las arregla para poner a millones de personas a calentarse, a literalmente excitarse libidinalmente con el poder y con la posición de poder, con las líneas de jerarquía, con las posiciones de autoridad, prestigio y privilegios, tanto con la propia, como con la de lxs demás.
7 la producción libidinal según Guattari es un concepto que explora cómo la energía psíquica del deseo, incluida la energía sexual, se canaliza y se manifiesta en la vida individual y en la sociedad en general. Este concepto desafía la separación tradicional entre lo psíquico y lo social, y enfatiza la importancia de comprender cómo los procesos internos y externos están interconectados en la formación de subjetividades y estructuras sociales.
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Este sistema se basa en la división y separación de las fuerzas y potencias de las personas, creando jerarquías y desigualdades. El patriarcado perpetúa la idea de una autoridad y poder centralizados en manos de unos pocos, mientras que otros son subordinados y oprimidos. Millones de personas se ven atraídas y excitadas por las estructuras jerárquicas, las posiciones de autoridad, prestigio y privilegios, ya sea que estén ocupando esas posiciones o deseando tenerlas.
En síntesis, el poder se ejerce de manera ciega, sorda y muda, a pesar de manifestarse en plena luz y en sociedades "democráticas". Este poder opera a través de consignas transmitidas en un campo social determinado y se sustenta en la sujeción y la dominación basada en contratos y relaciones impersonales. Inconscientemente deseamos nuestra propia servidumbre debido a un proceso de producción libidinal y social que nos impulsa a buscar el poder, el estatus y el dinero. El sistema patriarcal perpetúa esta dinámica al atraernos y excitarnos con las estructuras jerárquicas y las posiciones de autoridad y privilegio. En este contexto, millones de personas son sometidas y oprimidas mientras otros son atraídos y excitados por el poder y la posición de poder.
Sólo cambios estéticos: del esclavo liberto al trabajador-y-ciudadano Tanto para Marx, como para Guattari/Deleuze, el «esclavo liberto » es, al igual que lo son el «obrero» y el «capitalista», una «personificación » de determinadas relaciones nuevas, un «personaje colectivo» . Los esclavos libertos son la muerte que llega siempre como una «secreción interna». Y si bien se lo verá presente, como personificación, en todas las sociedades o formaciones estatales posteriores, es un producto originario de los imperios despóticos arcaicos. Allí, el esclavo liberto es producido en la sobre-codificación, pero como descodificado, está en situación de des-codificación. Veamos, el esclavo
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liberado es un ‘excluido’, pero un excluido del adentro. No son esclavos privados liberados, son esclavos públicos liberados. No solamente se convertirá en propietario privado, sino que se convertirá en amo del doble dominio del comercio y del artesanado, si prefieren, de la moneda mercantil y de la empresa8. Y son estos libertos los que van a devenir al mismo tiempo propietarios privados, pequeños propietarios privados de parcelas, pequeños empresarios, pequeños comerciantes, casi por fuera de las mallas o bajo las mallas de la sobre-codificación imperial. Privada. Pero este producto humano histórico tan particular, este esclavo liberto, engendrado en medio de los imperios estatales despóticos arcaicos, no surge nunca únicamente de la nobleza y la aristocracia, sino de abajo, del lado de los explotados. Pues es aquí, en estos personajes excluidos, donde la riqueza comienza paradójicamente a aparecer como un fin. El "esclavo liberto" representa nuevas relaciones sociales y es una figura presente en diferentes sociedades posteriores, pero se origina en los imperios despóticos arcaicos.
En estos imperios, el esclavo liberto es producido en una sobre-codificación y luego descodificado, quedando en una situación de des-codificación. Se
8 habla de la situación de los esclavos que han sido liberados. Se usa el término "sobre-codificación" para referirse a la estructura de poder y control que caracteriza la esclavitud. Cuando un esclavo es liberado, se produce un cambio en su estatus, pasando de estar en una posición de sometimiento y codificación a una situación de libertad. Sin embargo, esta liberación también lo coloca en una situación de "des-codificación", es decir, fuera de la estructura de poder previamente impuesta. El esclavo liberado se convierte en un "excluido", pero un excluido del adentro, lo que significa que ya no forma parte de la categoría de esclavos, pero tampoco se integra completamente en la nueva estructura social. Esta situación de exclusión puede deberse a la dificultad de encontrar un lugar en la sociedad que antes estaba definido por su posición como esclavo. Además, estos esclavos liberados no se convierten en propietarios privados en el sentido tradicional, sino que adquieren un papel más público. En lugar de ser dueños de propiedades individuales, se les sugiere que se conviertan en amos en un "doble dominio" que implica el comercio y el artesanado. Esto significa que pueden llegar a tener control sobre el comercio y la producción artesanal, y la "moneda mercantil" y la "empresa" como ejemplos de esta esfera en la que pueden tener influencia.
En resumen, los esclavos liberados, aunque se liberan de la esclavitud, enfrentan desafíos y dificultades en su nueva situación. Aunque ya no son esclavos, su transición hacia la libertad completa y la integración en la sociedad puede ser complicada, y se les sugiere que podrían encontrar oportunidades en esferas comerciales y artesanales en lugar de simplemente convertirse en propietarios privados convencionales.
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convierte en un excluido dentro de la sociedad. Estos libertos no solo se convierten en propietarios privados, sino también en amos del comercio y la artesanía, teniendo un doble dominio en la economía.
El esclavo liberto es históricamente producto de los explotados y no solo de la nobleza y aristocracia. Aquí es donde la riqueza comienza a ser vista como un fin en sí mismo.
En el mundo griego y romano, solo el trabajo agrícola era considerado como un trabajo digno y propio de los ciudadanos libres, además de ser visto como una preparación para el servicio militar.
Los capitalistas industriales tuvieron que desplazar tanto a los artesanos gremiales como a los señores feudales, quienes controlaban las fuentes de riqueza. Su ascenso se presentó como el resultado de una lucha exitosa contra el poder feudal y sus privilegios, así como contra los gremios que obstaculizaban el libre desarrollo de la producción y la explotación del hombre por el hombre. También desde el lado del campesino explotado se forjó la historia que llevó al surgimiento del arrendatario capitalista.
"En el teatro de la democracia, los ciudadanos somos la audiencia entusiasmada, aplaudiendo mientras los políticos actúan como si nos representaran."

Juan José Deliberto

 

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