Realismo capitalista: la imposibilidad de imaginar un afuera


 Perfecto. A continuación te presento el ensayo de 500 palabras sobre el concepto de realismo capitalista según Mark Fisher.


Realismo capitalista: la imposibilidad de imaginar un afuera

En su influyente obra Capitalist Realism: Is There No Alternative? (2009), el filósofo británico Mark Fisher propone un diagnóstico demoledor de la condición cultural contemporánea: vivimos bajo el signo del realismo capitalista, una ideología que ha conseguido instalar la idea de que no solo el capitalismo es el único sistema viable, sino que ni siquiera es posible imaginar una alternativa realista. Esta naturalización del orden capitalista no opera a través de la imposición directa, sino mediante una penetración difusa pero total en la cultura, la subjetividad y la vida cotidiana.

Fisher, influido por el marxismo, el postestructuralismo y el psicoanálisis, plantea que el realismo capitalista no es simplemente una creencia, sino una forma de organización de lo imaginable. Lo que está en juego no es tanto la defensa activa del capitalismo como su asunción pasiva: su invisibilidad. El capitalismo, al hacerse omnipresente, desaparece como objeto de crítica. Se vuelve tan natural como el aire que respiramos.

Uno de los mecanismos clave del realismo capitalista es la despolitización de los problemas estructurales. La precariedad laboral, la alienación, la ansiedad y la depresión son tratadas como trastornos individuales, medicalizables, en lugar de síntomas de un sistema disfuncional. Así, la patología se privatiza: lo que debería generar acción colectiva se encierra en la consulta psicológica o el consumo de fármacos. Fisher apunta con fuerza: “la depresión es para el realismo capitalista lo que la neurosis fue para el capitalismo clásico”.

Otro rasgo distintivo es la incorporación de la crítica dentro del sistema. La cultura capitalista ha aprendido a absorber, neutralizar y mercantilizar las formas de disidencia. El cine, la música, la publicidad y las redes sociales promueven estilos de rebeldía estética que, en lugar de desafiar al orden, lo hacen más dinámico y adaptable. La crítica se convierte en contenido, y el contenido en mercancía.

Asimismo, el realismo capitalista se caracteriza por un bloqueo temporal: vivimos en una era donde el pasado se recicla en bucles nostálgicos, mientras el futuro parece clausurado. La aceleración tecnológica coexiste con un estancamiento imaginativo. Como dice Fisher, citando a Jameson: es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo.

Sin embargo, el autor no se entrega al nihilismo. Para Fisher, la principal tarea política es reabrir el campo de lo posible. Esto implica denunciar las estrategias que hacen del capitalismo una “naturaleza” e insistir en su contingencia histórica. El sistema no es eterno, simplemente ha logrado que creamos que lo es.

En última instancia, el realismo capitalista no es invencible. Su fuerza reside en su invisibilidad. Nombrarlo, hacerlo consciente, es el primer paso hacia su superación. La imaginación política, adormecida por décadas de gestión tecnocrática y consumo narcisista, necesita ser reactivada. Frente a la pregunta “¿no hay alternativa?”, Fisher nos invita a responder con una imaginación que no se limite a lo real, sino que se atreva a pensarlo de nuevo.


 

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