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EL MILAGRO DE SPINOZA

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Hay ideas que no te dejan dormir. Te rodean, te insisten, te tironean de la conciencia hasta que finalmente las entendés… o dejan de soltarte. Eso me pasó estos días con Spinoza. Durante años repetí —como tantas personas— esas frases heredadas, gastadas, dulzonas: “Es un milagro”, “Que se haga tu voluntad”, “Lo dejo en tus manos”, “Ayúdame, Señor”. Y no voy a mentir: alguna vez me sirvieron, o eso creí. Me daban una sensación de precario alivio, un respiro momentáneo ante el caos. Pero un día pude entender lo que decía Spinoza y todo se quebró. No para destruir mi fe, sino para arrancarle el miedo. Porque esa es la verdad incómoda: mi fe estaba llena de miedo. Miedo a equivocarme, miedo a que un Dios externo me castigara, miedo a no estar a la altura de una voluntad misteriosa. Spinoza vino a poner dinamita ahí. Y aunque al principio resistí —porque nadie suelta fácilmente un consuelo aprendido— la idea terminó abriéndose paso: Dios no es un ser separado. Dios es la naturaleza misma. L...

“El Gran Carnaval: cuando la política deja de gobernar y empieza a programar”.

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       Hay una pregunta que atraviesa nuestro presente como un ruido de fondo: ¿estamos todos locos o alguien planificó este quilombo? La intuición inicial es casi infantil: nada puede ser tan caótico sin un plan detrás. Pero lo que muestra Da Empoli —y lo que Deleuze habría señalado con una sonrisa amarga— es que no se trata de un plan maestro en el sentido clásico, sino de algo más inquietante: un dispositivo , una máquina abstracta que captura afectos, intensidades y pulsiones, y las convierte en fuerza política. No hay un gran titiritero moviendo los hilos; hay ingenieros del caos conectando cables, afinando algoritmos y dejando que la máquina haga el resto. En un mundo donde Trump llegó a presidente con memes, Bolsonaro incendió el Amazonas a punta de fake news y Milei convirtió la furia en identidad con motosierra en mano, la pregunta por la racionalidad del caos se vuelve inevitable. Lo que parece locura es, en realidad, una forma nueva de racionalidad , una...

Vibrando Alto Mientras Nos Roban Todo”

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“Nos quieren hacer creer que la espiritualidad es una competencia de fe individual, un diálogo privado con Dios o el universo donde el éxito depende de nuestra vibración. Nos repiten que si no alcanzamos nuestros objetivos es por falta de abundancia interior, no por desigualdades estructurales. Pero ese relato no es inocente: desvía la mirada de lo colectivo para culpar al individuo. No nos falta fe; nos falta justicia social . Lo que falla no es nuestro espíritu, sino un sistema que precariza, explota y convierte la dignidad en mercancía. El mercado encontró en la espiritualidad un negocio: transformó prácticas ancestrales en objetos de consumo. Nos volvió devotos del yo, compradores de energía, buscadores de paz en cápsulas. Cuarzos, mantras diluidos, meditaciones para no pensar. La consigna es siempre la misma: “el cambio está en ti”, como si las estructuras de opresión fueran simples ilusiones mentales. Pero esa espiritualidad domesticada nos despolitiza. Allí donde hubo ritual, co...

“La megaminería avanza, la ciencia grita, el poder no escucha”

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Hay momentos en que una provincia entera parece quedar suspendida en una especie de hipnosis colectiva, como si el ruido de las máquinas que aún no arrancaron ya empezara a opacar la voz de la gente. En estos días, al ver cómo la Cámara de Diputados de Mendoza avaló por amplia mayoría la Declaración de Impacto Ambiental para la megaminería en Uspallata, sentí esa mezcla amarga de déjà vu y alarma. Treinta y dos manos levantadas, trece en contra. Treinta y dos votos para avanzar a ciegas, trece votos para sostener un límite mínimo de responsabilidad. Y yo no puedo dejar de preguntarme: ¿quién decide el futuro del agua, de la tierra, de los cuerpos que viven abajo en la planicie, cuando allá arriba se perfora la montaña? Lo que más indigna no es solo la decisión política —previsible, incluso mecánica— sino la obscenidad de hacerlo contra la palabra explícita de quienes estudian, investigan, miden y advierten. El Conicet, la institución científica más prestigiosa del país, publicó un info...

¿Qué es ser bueno?

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      Spinoza y la demolición de la moral del miedo La pregunta que ha torturado a la humanidad durante milenios parece, al fin, tener respuesta. Pero no una respuesta edificante, reconfortante, moralista. No. La respuesta devastadora que ofrece Spinoza —ese filósofo maldito, excomulgado, silencioso pulidor de lentes— es una revelación que todavía hoy seguimos evitando porque exige renunciar a la comodidad del rebaño. Y porque demuele, sin piedad, el edificio completo de la moral que las instituciones religiosas han construido para gobernar nuestra conciencia. Spinoza nos dice que toda moral basada en el miedo es un dispositivo de dominación, no una vía hacia la virtud. Que actuar bien por temor al infierno o por deseo del cielo equivale a realizar una transacción comercial del alma: doy obediencia; recibo recompensa. Y que quien actúa así no es bueno: apenas es prudente. Apenas es esclavo. Imaginemos dos personas que no roban. La primera no roba porque teme la condenaci...

Todo es fascismo: la vida bajo hegemonías que ya no necesitan uniforme

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    Todo es fascismo: la vida bajo hegemonías que ya no necesitan uniforme Hay épocas en las que los conceptos políticos se vuelven tan elásticos que parecen perder sentido. Y sin embargo, en esta época ocurre lo contrario: las palabras vuelven a endurecerse . Fascismo, por ejemplo. Un término que la corrección política nos pidió jubilar, limpiar, relativizar, como si solo nombrara a las camisas negras, a un bigote corto y a un gesto marcial. Pero no. El fascismo no necesita marchas; a veces solo necesita modas. Y la eugenesia volvió a estar de moda . No la eugenesia de laboratorio con bata y bisturí, sino esa más barata, más cotidiana, más eficiente: la del "sálvese quien pueda", la del abandono de los cuerpos vulnerables en nombre de la libertad del más fuerte. Ese clima moral es fascismo. Aunque venga disfrazado de derecho individual. Por eso, decir que “todo es fascismo” no es exageración, es diagnóstico. Y empezar por ahí es indispensable para no seguir masticando la fan...

El truco ingenioso de las élites

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En Latinoamérica no gobiernan los capaces: gobiernan los parásitos. Élites que viven del Estado mientras te convencen de que “el problema sos vos”. Y su mayor victoria es esta: ya no necesitan reprimirte, solo necesitan que creas en sus símbolos. El sistema está tan bien aceitado que millones de pobres defienden a quienes los hunden. Repiten “gente de bien” mientras aplauden políticas que los arruinan. Confunden obediencia con mérito. Confunden mansedumbre con “decencia”. Confunden explotación con destino. Ese es el truco perfecto de las élites: hacerte odiar al que está igual o peor que vos, mientras ellas continúan saqueando sin resistencia. La verdad es incómoda y no admite maquillaje: si no pensás, te usan. Si no dudás, te domestican. Si no resistís, te vuelven engranaje del aparato que te aplasta. ✊ Pensar es un acto violento. Cuestionar es un acto de ruptura. Y en un continente construido para que obedezcas, pensar es empezar a desobedecer.