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La Esperanza como Herramienta de Hegemonía: Un Análisis Crítico

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  En el tejido cultural de nuestras sociedades, la esperanza se presenta como una luminosa promesa de redención personal. Nos dicen que, con suficiente optimismo y tenacidad, cualquier obstáculo puede ser superado. Sin embargo, esta misma esperanza, lejos de ser una fuerza emancipadora, puede convertirse en un instrumento sutil de hegemonía. En primer lugar, el valor de la esperanza se entrelaza con el individualismo. Nos enseñan que el éxito es fruto del esfuerzo personal, ignorando las barreras estructurales que limitan a muchos, es decir que   son obstáculos que no dependen de la voluntad ni del mérito individual, sino de la forma en que está organizada la sociedad. Justamente por eso son tan eficaces para la dominación: suelen volverse invisibles o “naturales”:   Desigualdad económica de origen No se parte del mismo punto. Nacer en un hogar pobre implica peor alimentación, menor acceso a salud, vivienda precaria y necesidad temprana de trabajar. La “libertad de elegi...

LA VERDADERA BATALLA CULTURAL

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  La batalla cultural no es una consigna vacía ni una moda pasajera. Tampoco es una discusión reservada a especialistas, intelectuales o políticos. La batalla cultural ocurre todos los días, en la cocina de una casa, en una charla entre amigos, en el aula, en la televisión, en las redes sociales y, sobre todo, en nuestra cabeza. Es la lucha por definir qué ideas consideramos normales, cuáles repetimos sin pensar y cuáles descartamos automáticamente, como si fueran absurdas o peligrosas. En otras palabras, es una pelea por el sentido común. Para entenderlo mejor, pensemos en algo simple. Cuando alguien dice “así son las cosas”, suele dar por cerrado cualquier debate. Esa frase funciona como una muralla. No invita a pensar, invita a aceptar. La batalla cultural busca exactamente eso: que ciertas explicaciones del mundo se vuelvan tan obvias que ya no parezcan explicaciones, sino hechos naturales. Y cuando algo se naturaliza, deja de cuestionarse. Un ejemplo cotidiano: una persona esc...

EL MILAGRO DE SPINOZA

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Hay ideas que no te dejan dormir. Te rodean, te insisten, te tironean de la conciencia hasta que finalmente las entendés… o dejan de soltarte. Eso me pasó estos días con Spinoza. Durante años repetí —como tantas personas— esas frases heredadas, gastadas, dulzonas: “Es un milagro”, “Que se haga tu voluntad”, “Lo dejo en tus manos”, “Ayúdame, Señor”. Y no voy a mentir: alguna vez me sirvieron, o eso creí. Me daban una sensación de precario alivio, un respiro momentáneo ante el caos. Pero un día pude entender lo que decía Spinoza y todo se quebró. No para destruir mi fe, sino para arrancarle el miedo. Porque esa es la verdad incómoda: mi fe estaba llena de miedo. Miedo a equivocarme, miedo a que un Dios externo me castigara, miedo a no estar a la altura de una voluntad misteriosa. Spinoza vino a poner dinamita ahí. Y aunque al principio resistí —porque nadie suelta fácilmente un consuelo aprendido— la idea terminó abriéndose paso: Dios no es un ser separado. Dios es la naturaleza misma. L...

“El Gran Carnaval: cuando la política deja de gobernar y empieza a programar”.

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       Hay una pregunta que atraviesa nuestro presente como un ruido de fondo: ¿estamos todos locos o alguien planificó este quilombo? La intuición inicial es casi infantil: nada puede ser tan caótico sin un plan detrás. Pero lo que muestra Da Empoli —y lo que Deleuze habría señalado con una sonrisa amarga— es que no se trata de un plan maestro en el sentido clásico, sino de algo más inquietante: un dispositivo , una máquina abstracta que captura afectos, intensidades y pulsiones, y las convierte en fuerza política. No hay un gran titiritero moviendo los hilos; hay ingenieros del caos conectando cables, afinando algoritmos y dejando que la máquina haga el resto. En un mundo donde Trump llegó a presidente con memes, Bolsonaro incendió el Amazonas a punta de fake news y Milei convirtió la furia en identidad con motosierra en mano, la pregunta por la racionalidad del caos se vuelve inevitable. Lo que parece locura es, en realidad, una forma nueva de racionalidad , una...

Vibrando Alto Mientras Nos Roban Todo”

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“Nos quieren hacer creer que la espiritualidad es una competencia de fe individual, un diálogo privado con Dios o el universo donde el éxito depende de nuestra vibración. Nos repiten que si no alcanzamos nuestros objetivos es por falta de abundancia interior, no por desigualdades estructurales. Pero ese relato no es inocente: desvía la mirada de lo colectivo para culpar al individuo. No nos falta fe; nos falta justicia social . Lo que falla no es nuestro espíritu, sino un sistema que precariza, explota y convierte la dignidad en mercancía. El mercado encontró en la espiritualidad un negocio: transformó prácticas ancestrales en objetos de consumo. Nos volvió devotos del yo, compradores de energía, buscadores de paz en cápsulas. Cuarzos, mantras diluidos, meditaciones para no pensar. La consigna es siempre la misma: “el cambio está en ti”, como si las estructuras de opresión fueran simples ilusiones mentales. Pero esa espiritualidad domesticada nos despolitiza. Allí donde hubo ritual, co...

“La megaminería avanza, la ciencia grita, el poder no escucha”

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Hay momentos en que una provincia entera parece quedar suspendida en una especie de hipnosis colectiva, como si el ruido de las máquinas que aún no arrancaron ya empezara a opacar la voz de la gente. En estos días, al ver cómo la Cámara de Diputados de Mendoza avaló por amplia mayoría la Declaración de Impacto Ambiental para la megaminería en Uspallata, sentí esa mezcla amarga de déjà vu y alarma. Treinta y dos manos levantadas, trece en contra. Treinta y dos votos para avanzar a ciegas, trece votos para sostener un límite mínimo de responsabilidad. Y yo no puedo dejar de preguntarme: ¿quién decide el futuro del agua, de la tierra, de los cuerpos que viven abajo en la planicie, cuando allá arriba se perfora la montaña? Lo que más indigna no es solo la decisión política —previsible, incluso mecánica— sino la obscenidad de hacerlo contra la palabra explícita de quienes estudian, investigan, miden y advierten. El Conicet, la institución científica más prestigiosa del país, publicó un info...

¿Qué es ser bueno?

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      Spinoza y la demolición de la moral del miedo La pregunta que ha torturado a la humanidad durante milenios parece, al fin, tener respuesta. Pero no una respuesta edificante, reconfortante, moralista. No. La respuesta devastadora que ofrece Spinoza —ese filósofo maldito, excomulgado, silencioso pulidor de lentes— es una revelación que todavía hoy seguimos evitando porque exige renunciar a la comodidad del rebaño. Y porque demuele, sin piedad, el edificio completo de la moral que las instituciones religiosas han construido para gobernar nuestra conciencia. Spinoza nos dice que toda moral basada en el miedo es un dispositivo de dominación, no una vía hacia la virtud. Que actuar bien por temor al infierno o por deseo del cielo equivale a realizar una transacción comercial del alma: doy obediencia; recibo recompensa. Y que quien actúa así no es bueno: apenas es prudente. Apenas es esclavo. Imaginemos dos personas que no roban. La primera no roba porque teme la condenaci...